lunes, 29 de diciembre de 2008

España en marcha

Un artículo de Félix Madero en ABC.

NO son pocas las veces que escucho el concierto que Paco Ibáñez ofreció en el Olimpia de París en 1969. Años después un arriesgado profesor de Literatura en los escolapios, de apellido Pulido, asumió la labor de enseñarnos poesía escuchando la voz rota del cantautor que ponía música a Jorge Manrique y Góngora, pero también a Gabriel Celaya, Blas de Otero y Cernuda. Aquel disco fue para muchos una iniciación a un mundo desconocido, pero también un asidero sentimental que habla de España y de los españoles. Celaya, austero con las palabras, creía que éramos un ser que se crecía, un río derecho y un golpe temible de un corazón no resuelto. Sigue teniendo razón.

Si en Zapatero hubiera una idea de la nación que no fuera ni discutible ni discutida podría haber regalado el disco de Ibáñez a los presidentes que se han ido a La Moncloa a ver que hay de lo suyo. Viendo el espectáculo de la pasarela autonómica resulta extravagante e ingenua la apelación del Rey instándonos tirar del carro. ¿Pero de qué carro, Señor? Aquí cada uno tiene uno, más o menos vistoso, con distintas cilindradas y necesidades de consumo. La costumbre esconde la injusticia. La injusticia, hecha costumbre, nos ha dormido, y así pensamos que la política es eso que hacen los que piden el voto.

El espectáculo ofrecido por el Gran Conseguidor es inaúdito. Todos creen que son dueños de un territorio, y se han olvidado de las personas, o sea, de los ciudadanos. A todos ha contentado el presidente, sin duda el más listo y audaz. Zapatero deja corto el añorado puedo prometer y prometo.



Creer que España es esto que vemos es asumir una mentira desafiante ante la poca sombra que da eso que algunos invocamos, el patriotismo constitucional como sustento de una convivencia equilibrada y digna en toda España.

Presidentes de toda laya y condición han salido exultantes porque el carro regional tendrá gasolina para unos cuantos años. ¿Recuerdan a alguno que haya enjaretado un discurso en el que cupiera la palabra España y sus necesidades?

Sólo uno de los que han ido «averquehaydelomío» llama mi atención. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara es socialista, y tiene dicho que aquí triunfa el que rompe y divide. Ahora, en una oportuna entrevista de Gabriel Sanz en ABC insiste en conceptos claros y sencillos. El carro se llama España, pero también decencia política para discutir tanto desvarío provinciano con gorra de municipal.
Fernández Vara es hoy una voz necesaria. Lo es porque dice cosas obvias, pero que hay que decir: Somos solidarios porque somos iguales. O esta otra de que el Estado ya no puede ni debe ceder más impuestos o terminará desapareciendo. Lo dice sin miedo y sin complejos, dos peajes con los que aquí se hace política.

El extremeño está abriendo la puerta a un tiempo nuevo que pregunta por el discurso y no por la ideología. El tiempo en que esto de la derecha y la izquierda empieza a ser un remedo que sólo justifica el relato zafio del político que vive de, por y para la sigla. Allí donde haya ideas, allí irán los votos. Donde impere el sentido común de éste ser que se crece. De éste río derecho. De éste corazón no resuelto. España, por ejemplo.


viernes, 26 de diciembre de 2008

Nuestros inmigrantes.


La opinión de José Domingo, diputado de C´s.


El “Pacte Nacional per la Immigració” ha sido firmado por lo más granado del poder catalán y por unas pocas asociaciones de inmigrantes controladas por el entorno socialista e independentista. Está abocado al mayor de los fracasos, por irreal. Después de tantos meses de trabajo resulta que la principal razón del pacto era condicionar el acceso a determinados permisos y derechos al al conocimiento de los inmigrantes de la lengua catalana. Para justificarlo vale todo, como definir al catalán como “lengua vehicular de acogida”, sabiendo que son miles los extranjeros que con el español como lengua materna encuentran trabajo y hospitalidad en nuestra tierra. Este idioma les permite comunicarse con el resto de la población, a excepción de con un reducido número de obstinados que se empeña en hacerles ver que sólo serán “benvinguts” si lo hacen en catalán.

Si hay un mundo en el que la movilidad es fundamental es el de la inmigración. Muchas personas arriesgan sus vidas en infames pateras o invierten sus escasos ahorros en los viajes que les transportarán al primer mundo. Desde esas lejanas latitudes llegan a Zaragoza o a Tarragona y no lo hacen para cuidar del manto de la Virgen de Pilar o para aprender el misterio “dels pronoms febles” sino para trabajar y poder enviar algunas remesas de divisas a sus países de origen. Hoy están aquí y mañana a seiscientos kilómetros.

En cambio, los firmantes del Pacto, obsesionados por una amputada forma de entender la catalanidad, tratan de hacerles más difíciles su vida y su movilidad. El asunto es evidentemente político, lo que pretenden es guardar las esencias patrias y que los recién llegados contribuyan con su cuota a la escenografía catalanista. En el imaginario de la “Nació catalana”, España y el castellano como lengua oficial sobran y para ello se inventan lo del catalán como lengua común de los catalanes.

El fanatismo es mal consejero porque no permite ver con claridad la realidad. A pesar de todo, florece, como en el caso de las mujeres pakistaníes a las que se les enseña el canto de “Els Segadors” (¡la prueba del algodón de la integración que no pasarían miles de catalanes nacidos aquí!) y que, acto seguido, por mero interés práctico, solicitan aprender el castellano.

Estas medidas, tan “progresistas”, las firman organizaciones que se autocalifican de izquierdas, pero las copian de los dirigentes más reaccionarios de otras latitudes, sin ir más lejos, Padanía, Austria o Flandes.

¡Felices Fiestas, en paz y sin discriminación por razón de religión, raza, creencia, origen o lengua!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Aburrimiento


Elvira Lindo en El País.

Qué repetidos estamos. Es habitual encontrarse a personajes públicos declarando que no comparten la afirmación identitaria del nacionalismo y apostillando inmediatamente, "incluyendo todos los nacionalismos, el español también". La apostilla es ya un clásico y no indica más que el temor que tiene un número importante de personas progresistas a ser señaladas como miembros del batallón contrario. Son temores nunca reconocidos por quienes lo padecen y que no sirven más que para ahogar cualquier debate. La apostilla debiera sobrar, sería lógico sobrentender que quien no entiende que los países se formen sobre la base de una pasión sentimental no hace una excepción con la nación española. En fin, qué importa ya. Lo que comienza a provocar el eterno conflicto autonómico español es una mezcla de desesperación y hastío. Es como si los problemas fundamentales siempre acabaran siendo devorados por los accesorios. El ser o no ser que nos es tan propio. Surge de pronto, como ahora, un asunto crucial, la crisis económica y, por un momento, queremos pensar que, lógicamente, acaparará la atención de todos (incluidos los que siempre están a lo suyo). Qué inocentes. Ya puede caerse el cielo sobre nuestras cabezas. Seríamos capaces de pelearnos por ver qué trozo de cielo nos corresponde a cada uno. Y no, no vale señalar a unos como más mezquinos que otros: al bonito juego del Tomaydaca se apuntan todos, incluidos quienes más lo critican.
Urge que la naturaleza de este país, España, se decida pronto, para no tener la incómoda impresión de que estamos permanente inacabados y que, como eternos adolescentes, no podemos acceder a los debates adultos. Urge un tipo de Estado, éste o el otro, para que esta indefinición e insatisfacción continuas no acabe por sumirnos en el peor de los estados posibles, el del aburrimiento.

Aceleración de partículas.


Arcadi Espada en El Mundo.

Cíclicamente, y a fatigosas oleadas, se repite en España la gran farsa de la financiación autonómica. Estamos en una de ellas, y la farsa resulta más dolorosa cuando se comprueba la coyuntura de las cuentas públicas. La farsa arranca de una cuestión clave, histórica, dicen, para seguir farseando. El concierto vasco, por supuesto. En ningún Estado europeo hay un ejemplo similar de privilegio. Y lo más importante: hasta la aparición de Ciudadanos y UPyD ese privilegio ha sido apoyado por todas las fuerzas políticas españolas, dejando en huera retórica cualquier discurso socialista o popular sobre la solidaridad interterritorial. La financiación autonómica no compromete, pues, al conjunto de las autonomías. Hay aquí quien cuenta en base doce.

A partir de la primera constatación farsesca y la inexistencia de una verdadera negociación multilateral el alud se desencadena. Sobresale, precisamente, la palabra bilateral. En las discusiones se repite una y otra vez con gran ampulosidad, y pensando en Cataluña, que no habrá negociación bilateral. Falso de toda falsedad, como les gusta decir a los patricios. La negociación financiera siempre ha sido bilateral. Pero no como le habría gustado a Cataluña, desde luego, distinguiendo entre ella y el resto; sino sucesivamente bilateral. Las comunidades y el Gobierno central no se han reunido nunca para examinar qué sería lo adecuado para el conjunto de la estructura (ausente); sino sólo para decidir qué sería lo adecuado para cada una de las comunidades. No sé, porque para eso hacen falta estudios, si España ha dejado de ser una nación; pero estoy seguro que ya no es una sinécdoque.

El último velo de la farsa está vinculado a la política. El modelo de financiación se ha adaptado como un guante al modelo parlamentario hasta el punto de que su naturaleza es ya inseparable de la obligación de organizar las mayorías a partir del voto nacionalista. La negociación de la financiación no es nada más que la negociación de los apoyos parlamentarios. Visto al revés aún causa mayor impresión: la negociación de los votos no es nada más que la negociación del dinero. El asunto ha incorporado en los últimos años una novedad muy interesante y didáctica, que se manifiesta con un impudor más cachazudo cada día: la ampliación del frente nacionalista mediante la entusiasta participación de las delegaciones de los humorísticamente llamados partidos nacionales. España ya es más Aguirre, Chaves o Montilla que Zapatero. Less is more, sin duda ninguna.

(Coda: «Me parece una pena que el Tribunal Constitucional no haya considerado siquiera la posibilidad de que las quiebras a la coherencia y posibilidad del sistema sean cuestiones que hayan de llamar su atención». Andrés Boix, La página definitiva, 17-7-2007.)

lunes, 22 de diciembre de 2008

La letra ni con sangre entra.


La opinión de Félix de Azúa, en El Periódico de Catalunya.

Un amigo que tiene el infortunio de ser profesor de instituto advirtió la hoja de informes internos sobre la mesa del director. Cada día, un profesor de guardia anota lo que en la jerga burocrática suele llamarse "incidencias". Estos informes son secretos y ni siquiera sabemos si los realizan todos los centros de enseñanza media. El informe era tan escalofriante que, sin pensarlo dos veces, sacó una fotocopia y me la envió para que me percatase de la vida normal de un instituto en la España actual. Parecía un serial de adolescentes. Otra prueba de que la tele es el único centro pedagógico del país.
Un muchacho abofetea a una chica y cuando el profesor le sujeta por el brazo otros chavales gritan "¡Ahora, ahora!" y el profesor recibe una tunda de patadas. Una profesora expulsa de clase a un alumno y su compinche grita: "¡Dale una hostia, que no puede hacerte nada!". Hay escenas de sexo en los retretes, de violencia con padres de alumnos, porros por todas partes, amenazas, humillaciones, hurtos, y así durante tres folios. Es desolador porque ese instituto ni está en un barrio duro, ni es particularmente difícil.

Llamo a mi amigo y le digo que sería interesante publicar el informe tal cual está, sin añadir ni una coma, y que le pida permiso al colega que lo firma. Por supuesto, borrando los nombres y ocultando la ciudad del instituto. Así lo hace mi amigo, pero la respuesta es un grito de espanto. "¡Tú quieres que me maten! Como se enteren de que he divulgado ese informe, me trituran". ¿Quién? Sus propios jefes.


La ocultación de lo que está sucediendo en la enseñanza (la peor de Europa) se diría pactada por los funcionarios políticos y los sindicatos. Se sabe que solo en Catalunya el año pasado 163 profesores denunciaron agresiones de alumnos (ANP). ¡Cómo debió de ser cada uno de esos ataques para ponerlos en manos de nuestra adorable Administración! ¡Y cuántos deben de producirse para que aflore esa punta de iceberg!
Si así se conducen con los profesores, ¿cómo serán las relaciones entre los alumnos? Pues puro fascismo: terror y silencio.

A lo Gary Cooper


Artículo de David Chacón, Concejal de C´s en Viladecans.

Resonaban de fondo las campanas de la iglesia en la sala de plenos. Eran las 8 p.m., otro jueves final de mes. El orden del día ya se encontraba en la fase de “control y fiscalización plenaria”. El PP finalizaba la defensa de su moción. Se acercaba el momento de las propuestas de Ciutadans para “APROVACIÓ DE MESURES D’AUSTERITAT PRESSUPOSTÀRIA”. Una moción que planteaba la congelación de los sueldos y dietas del equipo de gobierno, cargos de confianza y grupos municipales, a la vez que la reducción, en la medida de lo posible, de las partidas de gastos del presupuesto 2009.

El Alcalde, siguiendo el orden del día, dio lectura del punto. Todo estaba dispuesto... Pero la verdad de esta moción se remonta a un mes antes, al lunes 21 de septiembre. Esa tarde se percibe desde Ciutadans una maniobra populista-propagandística de los grupos del PSC en Barcelona. El PSC está presentando mociones para la congelación de sueldos en ayuntamientos donde es el equipo de gobierno, una maniobra que sólo puede tener un fin: mover la máquina de la propaganda socialista para anotarse una medalla de buena política de austeridad. Ante esta pueril maniobra, Ciutadans se adelanta y presenta en el registro una copia de la misma moción del PSC en la mañana del martes 22. La acción era arriesgada, la posibilidad de victoria, escasa. El mismo miércoles por la tarde, sólo 30 horas después de la moción de Ciutadans, el equipo de gobierno, sin previo aviso, hace una paupérrima presentación de medidas de contención económica ¡Que rápido se movió la máquina del ninguneo socialista! La moción no entró en el pleno de septiembre, se retrasó un día. El alcalde no aceptó su urgencia, queda todo entonces para el pleno de octubre.

Ciutadans inicia la exposición de su moción, un texto breve. Comenta la línea de congelación de sueldos marcada desde el gobierno del Estado y de la Generalitat y la necesidad de la reducción de gastos superfluos, pero erra y carga mal el texto dejándose en el tintero algunas frases más punzantes, lástima, fallo grave. La portavoz socialista arremete. Están de acuerdo con la idea de Ciutadans pero la asume como ya propuesta por ellos, innecesario ser votado. Ciutadans recarga de nuevo. La moción fue presentada antes de que el equipo de gobierno pronunciara una sola palabra sobre austeridad presupuestaria, además que el presupuesto para el 2009 todavía no había sido entregado. No hay confianza en la palabra socialista cuando se habla de economía, las mentiras están todavía muy frescas en la memoria ciudadana. Los socialistas acaban el debate “si no hay confianza en ellos, tampoco en aceptar la moción de Ciutadans”. La moción quedaba pues, vista para sentencia.

Se alzan las manos. Votos a favor, 1, de Ciutadans; votos en contra, 15, PSC + ICV; abstenciones, 9, CIU+PP+ERC. Una vez más el equipo de gobierno usa su mayoría para aplastar a Ciutadans. Ahora ya podrán vender a bombo platillo como idea propia que se han congelado los sueldos. Pero lo triste del momento fue ver como toda la oposición dejó a Ciutadans, a lo Gary Cooper, solo ante el peligro.

¡Que viene el lobo!


Artículo de Francesc de Carreras en La Vanguardia.


¿Recuerdan ustedes cuando se decía que si se ilegalizaba Batasuna se produciría poco menos que un levantamiento popular en el País Vasco y que, por prudencia, no había que tomar esta medida? ¿Recuerdan cuando se decía que si Arnaldo Otegui era condenado a una pena de cárcel el poderoso Movimiento de Liberación Vasco arremetería con la kale borroka más feroz de toda la historia y que, por prudencia, no convenía hacerlo?

Pronto se vio que todas estas advertencias interesadas, estas llamadas a vulnerar las leyes en nombre de la prudencia, estaban equivocadas. ¡Qué viene el lobo, caperucitas!, parecían decir. El lobo nunca llegó, la gente es más sensata de lo que a algunos les parece. Batasuna fue ilegalizada, ETA se ha debilitado, la kale borroka ha disminuido. Otegui ha pasado su año de cárcel sin que nadie le hiciera caso, ni se convirtiera en héroe nacional. Al contrario, a su salida sólo ha recibido la bienvenida de cuatro amiguetes de su pueblo. Hace un año que la casi totalidad de la Mesa Nacional de Batasuna está en la cárcel y nadie les ha hecho caso, seguramente ni ustedes, lectores, se acordaban de ello. ¡Qué ridículo el de aquellos que no paraban de aconsejar prudencia por miedo a que apareciera al lobo!

Pues bien, en Catalunya sucede una cosa parecida con la famosa sentencia del Constitucional sobre el Estatut. “¡No se puede defraudar, ni insultar, ni humillar, a todo un pueblo!”, dicen. La cosa es de risa. Ahora casi todo el mundo está de acuerdo en que el proceso para aprobar un nuevo estatuto fue lamentable y que el nuevo texto no sirve para lo que se pretendía. La invocación al pueblo, por otra parte, no deja de ser ridícula: en el referéndum no fueron a votar ni la mitad de los catalanes y el voto afirmativo sólo alcanzó el 35,7 %. Y desde el comienzo del proceso, la abstención electoral no cesa de incrementarse en Catalunya. O sea que menos lobos, por favor. Más bien quiénes deberían sentirse humillados son los partidos que nos embarcaron en tan delirante aventura.

El actual espectáculo de intimidar al Tribunal Constitucional es sumamente penoso y revela una latente actitud antidemocrática. En efecto, las coacciones a Tribunal siguen el siguiente proceso: primero se desacredita al Tribunal diciéndole que ha sido un desastre y está en prórroga; después se le coacciona con la cantinela de que viene el lobo; por último, se le invita lisa y llanamente a prevaricar, es decir, a cometer un delito que consiste en dictar una sentencia injusta a sabiendas, en este caso por motivos de prudencia política. Imagino que los magistrados constitucionales deben estar, además de hartos, indignados.

Hoy conmemoramos el treinta aniversario del referéndum constitucional: a pesar de estar ganado de antemano participó el 67 % de los españoles y el 88 % votó afirmativamente.

Los fascistas antifascistas.

Un artículo de Antonio Robles, diputado de C´s, en Libertad Digital:

Hay una tendencia a considerar como comportamientos ultraderechistas aquellos que se identifican con la indumentaria clásica de los fascismos de la primera mitad del siglo XX. A saber: botas militares, esvásticas nazis, banderas españolas con aguiluchos franquistas, etc. Su ADN está encarnado en esa indumentaria; su sola presencia basta para evocarnos las pesadillas del totalitarismo. No necesitan reivindicarse; la patente de sus símbolos agresivos tampoco peligra: nadie los quiere, todos los temen. Sin embargo, es una especie en extinción. Su territorio natural en España ha ido reduciéndose a medida que aumentaban independentistas y grupos antisistema. Si se fijan, semejantes especimenes se concentran en Madrid, en Valencia y en algunas otras capitales o espacios donde grupitos aislados de nuevos racistas entran en colisión laboral con la nueva inmigración. Y curiosamente, en Cataluña, Euskadi y Galicia esos energúmenos o, para ser más exactos, quienes se revisten de tales símbolos han desaparecido casi por completo.

La pregunta es simple, pero inevitable: ¿es que sólo hay fachas en Madrid? Y por contraposición: ¿las comunidades nacionalistas son un antídoto contra el totalitarismo y la violencia ultraderechista?

Sería una simpleza aceptar la primera y una imperdonable estupidez la segunda. La respuesta la hemos de buscar en la pereza intelectual de una generación cuyo biberón moral se alimentó del rechazo a la parafernalia nazi, fascista y franquista como universo cerrado y finito del totalitarismo. En vez de buscar el fascismo en los comportamientos, se conforman con las apariencias simbólicas. Y no han reparado en que, desde la transición para acá, las respuestas autoritarias a los retos ideológicos, demográficos, raciales, lingüísticos y territoriales se visten de otras maneras y reivindican otros fines.

Consideremos, por ejemplo, la estética Jarrai: camisetas a rayas horizontales, coletillas, pañuelos palestinos al cuello, calzado de montaña y aspecto sucio y desaliñado; ese es el uniforme de los cachorros de ETA. En nada se parecen a los paramilitares nazis, pero son igualmente violentos; amenazan y agreden en grupo con el rostro cubierto y sus actos vandálicos son tan gratuitos como sus homólogos de la ultraderecha. Sólo tienen una diferencia: los jarrai se creen antifascistas y los fascistas se sienten orgullosos de serlo. Los Maulets en Cataluña, la CAJEI (coordinadota d’assemblees de joves de l’esquerra independentista) o las JERC, por poner sólo tres ejemplos, no matan ni se visten como los fascistas de los años treinta del siglo pasado, pero insultan, agraden, rompen cualquiera cosa que simbolice a España (como las vallas con el toro de Osborne o la bandera constitucional española) y boicotean, asaltan o amenazan a quienes se atreven a defender ideas no nacionalistas. Albert Boadella es uno de los últimos exiliados, aburrido de aguantar tanta inmundicia excluyente.

Y es que mientras en las comunidades no nacionalistas los cachorros nazis carecen de empresas épicas a las que adherirse, en Cataluña, País Vasco y ahora Galicia encuentran cobijo en las reivindicaciones independentistas. Ahí existen espacios para su agresividad sin tener que soportar los inconvenientes de una simbología que sataniza a quien la emplea. En estas comunidades nacionalistas encuentran cobijo y apoyo en numerosas ayudas institucionales en nombre de la recuperación de la lengua o las reivindicaciones nacionales. Su comportamiento los delata, pero su indumentaria y su lenguaje reivindicativo los hace pasar por víctimas cuando sólo son verdugos.

Las sanciones lingüísticas, la imposibilidad de estudiar en la lengua oficial del Estado, el desprecio continuado por los símbolos constitucionales, su autosuficiencia y manipulación históricas, sus exclusiones culturales, la utilización de las leyes a través de las mayorías parlamentarias para vaciar a la mitad de los ciudadanos de sus derechos constitucionales, etc., son rasgos propios del racismo cultural que han quedado camuflados en las propias instituciones porque es en ellas y desde ellas desde donde ejercen todo el poder.

Como se dice en Galicia a propósito de las brujas: no existen nacionalistas fascistas, pero haberlos, hailos.

Comprar con criterio.


La opinión de Ángeles Ribes, coordinadora de la Agrupación de C´s en Lleida.

En estas entrañables fechas, nuestro aún más entrañable Gobierno de España nos propone desde la página Web del Ministerio de Sanidad y Consumo que compremos con criterio. Y así como antaño el calvo entrañable nos animaba a lanzarnos al juego de azar, ahora el calvo emoticono verde nos anima a lanzarnos al consumo seguro, saludable, solidario y sostenible. Así como suena. Y nos fija un decálogo. Tuteándonos, claro, que para eso somos viejos amigos.
> Fíjate un presupuesto
> Haz lista de compras
> Compra sin prisas
> Lee las etiquetas
> Compara precios
> Elige juguetes adecuados
> No abuses de la tarjeta
> Conserva tus tickets
> En caso de conflicto acude al Sistema
Arbitral de Consumo
> En Internet compra en sitios seguros
En cada uno de los puntos tienen Uds. un desplegable con consejos tan útiles como éste: "Busca alternativas en los ingredientes de tus menús navideños. Los productos menos típicos en estas fechas, pueden resultar más económicos." Aquello del conejo, ¿recuerdan? O "Establece un límite razonable en las compras para poder hacer frente a las mensualidades posteriores". Aaaaahhhh... Bueno, si quieren seguir leyendo chorradas, visiten www.compraconcriterio.es. Tienen hasta una selección de regalos de 1 a 110 años (los niños más pequeños y los que hayan logrado superar la venerable edad de 110 que se aguanten) y una presupuestadora. Qué lujazo. Qué control. Qué morro.
O sea, que el Gobierno de España me suelta un montonazo de tópicos acerca de cómo he de gastar MI dinero en estas Navidades. Y me deja bien clarito que MI dinero ME lo debo gastar de forma segura, saludable, solidaria y sostenible. Claro que hablamos del dinero que ME han dejado en MI bolsillo, porque el que ME han confiscado, junto al de los demás sufridos contribuyentes, y que deberían de administrar no cuenta para lo de la responsabilidad, que las miras de MI gobierno son mucho más altas. No son de este mundo, vaya.

Porque a ver como se entiende que me hablen de "presupuesto razonable y acorde con tus posibilidades" cuando el Gobierno de España se va a dejar 45.000 euretes de nada en urinarios digitales, con sistema bacteriostático y dispensador de fragancias para la Moncloa.
O que me sermoneen con que "evite las compras impulsivas y los productos que no tengan una gran utilidad" cuando el Congreso ha aprobado soltar ocho millones de euros para la construcción de un nuevo párking de autoridades, 200 plazas al módico precio de 40.000 euros cada una. Como si no tuvieran ya un aparcamiento sus señorías.

O el rollo de "Intenta optar por productos ecológicos, de comercio justo o que apoyen a proyectos humanitarios". Y me lo dicen los mismos sinvergüenzas que han gastado 20,35 millones de euros en la "obra de arte" de Barceló en la ONU, pagada en parte con Fondos de Ayuda al Desarrollo, y que justifican los churretes de colorines por la contribución a la promoción de los derechos humanos y el multilateralismo.
Y lo de "Comparar precios te podrá ayudar a encontrar la mejor opción" se debe referir a que el Congreso va a cambiar el suelo de mármol de la Cámara baja por la módica cantidad de 116.554 euros en mármol crema marfil de calidad "extra H" sin vetas ni imperfecciones.


Y es que éste mi Gobierno, que es intervencionista hasta la médula, quiere controlar que no me gaste un euro de más en langostinos cuando puedo pasar con chopped o que no le compre a los sobrinos una bici de ruedecillas, que total, si espero a que crezcan un par de años más les paso la mía que para lo que la uso... Ahora bien, que esta casta parasitaria y apoltronada se plantee por un momento dejar de despilfarrar nuestro dinero es algo que deberemos pedir a los Reyes Magos, a Papá Noel o al calvo de la lotería porque está claro que mientras quede un sólo ejempla vivo de español productivo ellos van a seguir con el consumo a todo trapo. Y sin criterio.

Las verdades del barquero.


Columna del Diari de Sant Andreu, firmada por Jose Manuel García Bravo, concejal de C´s en Sant Andreu de la Barca.

Próximamente recibirán en su casa información sobre el reciente presupuesto aprobado por el ayuntamiento. Les mostrarán una serie de gráficos muy atractivos, no les hablarán de cantidades en euros ya que entonces los argumentos para defender el presupuesto se caerían por su propio peso. Les hablarán de esfuerzo, de restricción, créanse lo justo. El resto de partidos les hablarán de logros y exigencias en sus reclamaciones, palabras vacías se lo aseguro.

Ciutadans les dirá la verdad sobre el presupuesto. La crisis coyuntural en la que nos encontramos obligaba a realizar un presupuesto restrictivo, de contención del gasto hasta períodos de bonanza económica. Partidas de política social bien entendida eran necesarias en estos momentos, que dulcificasen la presión fiscal, que aliviasen los costes y ayudasen a las familias más necesitadas a afrontar un año que será difícil. Sin embargo un presupuesto que en su conjunto se incrementa un 7,66% no puede ser calificado como restrictivo.

Les dirán que hay menos dinero para hacer política social ya que los ingresos del ayuntamiento caen debido a la crisis del sector de la construcción. Esta incidencia justificable en otros municipios no lo es en Sant Andreu de la Barca ya que el agotamiento del suelo en nuestra demarcación era ya un hecho evidente y contrastable hace tiempo. Sin embargo esta caída de ingresos se compensa con el esfuerzo de otras administraciones, entre ellas el Estado que aporta el 23% de los ingresos presupuestados. Ese Estado es repudiado continuamente por los partidos nacionalistas (PSC, ICV-EUIA, ERC y CIU), pero sin embargo a la hora de obtener esos ingresos se desvanece el sentimiento identitario y de construcción nacional dels Països Catalans.

Sorprende que el endeudamiento del ayuntamiento este año crezca un 17%, sin contar los problemillas derivados de la construcción del nuevo teatro y de la piscina municipal. ¿Se dilapidará la tesorería? Se aumentarán los ingresos por multas en un 15%, suponemos que para sufragar un incremento del 10% del coste de personal del área de urbanismo. Por cierto el portavoz del grupo municipal socialista y Teniente Alcalde de esta área de urbanismo sigue sin ejercer sus funciones de portavoz por séptimo mes consecutivo. Comunicaremos cambios.

¡Viva la muerte!

La opinión del diputado de C´s, José Domingo:

Se está representando durante estos días en Madrid “Cantando bajo las balas”, un “cabaret necrófilo”, según califica la obra su autor, Antonio Lavín. En ella se rememora la figura del General Millán Astray y se da especial relevancia a su conocido enfrentamiento con Unamuno en la Universidad de Salamanca. En su paraninfo, el 12 de octubre de 1936, el fundador de la Legión pronunció un discurso que molestó profundamente a Unamuno quien, valientemente, le replicó: - “El General Millán Astray es un mutilado que quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada”. Furioso, Millán Astray dio un golpe sobre la mesa y respondió a voces: - “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! ¡Basta ya de intelectuales bastardos, intelectuales que están envenenando las mentes de nuestra juventud! ¡Viva la muerte y viva mil veces la muerte!"

Escuchando las soflamas de Joan Tardà y de Manuel Fraga, tan distantes y tan próximos, en las que se utilizan como argumento dialéctico la muerte del adversario político, es más necesario que nunca reivindicar, como hizo entonces Unamuno, la muerte.

Etimológicos.


La opinión de Arcadi Espada, en El Mundo.



Cuando entonces, los comunistas decían “partido de lucha y de gobierno”. Creo que no había cinismo, en absoluto. Se había pasado de despreciar la democracia burguesa a entenderla como un terreno de juego más. Era el fondo del eurocomunismo de Berlinguer, Carrillo y (más o menos) Marchais. Y también la razón de que, en el ámbito local, el secretario general del Partido Comunista de España aceptara como propios la bandera de España, el himno y otros etcéteras. Los comunistas no abdicaban de sus utopías (seguían siendo comunistas a pesar del prefijo comercial) pero nunca despreciaron las instituciones con las que querían acabar. Muy al contrario de lo que hicieron siempre los aliados políticos de ETA, y muy al contrario, desde luego, de lo que hace Esquerra Republicana.

Es relativamente secundaria la cuantía del precio que tenga que pagar el diputado Joan Tardà por su muera el Borbón y su aseveración de que el Tribunal Constitucional está corrupto. Aunque es urgente que los que vocean, escriben o dibujan sepan a qué atenerse. Si Jiménez Losantos es condenado por acusar al alcalde de Madrid de traicionar a su partido y utilizar en beneficio político propio la matanza de Madrid; o si dos dibujantes de El Jueves son condenados por caricaturizar la actividad sexual de los Príncipes de España conviene precisar por qué un diputado puede ejercer gratuitamente su derecho a la metáfora o la caricatura. Lo digo para estudiar para diputado.

Sin embargo, una vez precisada y puesta en derecho la licencia Tardà habrá que ir a lo políticamente fundamental. Esto que se expresa de modo llamativo en la reunión de las dos últimas noticias que afectan a Esquerra Republicana: el muera de Tardà y los 60 viajes que ha hecho en los últimos años el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach. Esperando que el coste, la retórica y el objetivo de esos viajes queden pormenorizadamente descritos no hay duda de que representan sutilmente la cara institucional y amable (¡y tan amable!) de los republicanos. Hasta el punto de que no sería descabellado que a partir de ahora los republicanos cerraran sus mítines gritando: “Mori el Borbó, que ens paga viatges!” Porque el Rey y el más oscuro ciudadano son sinécdoques de un sistema público que paga, y refrenda lo que paga con cada acto impositivo y electoral, y que no tiene por qué admitir la doblez de cinismo y de gobierno del partido nacionalista.

No está escrito que los demócratas sean idiotas. Todo lo contrario. El idiota etimológico es aquel que no guarda la lealtad debida a los asuntos públicos. O sea como los etimológicos de Esquerra Republicana.

(Coda: «El idiota (del griego idiótes) era aquél que se preocupaba sólo sus intereses particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos. Pronto esta palabra se convirtió en un insulto, ya que en la Antigüedad grecorromana la vida pública era de gran importancia para los hombres libres.»)

Incomprendido.


Un artículo de David Chacón, Concejal de Ciutadans en Viladecans.

Una vez más, las preocupaciones de Ciutadans o no han sido comprendidas o han sido ignoradas. En el pleno del mes de noviembre el grupo de ERC y PSC presentaron una moción conjunta para “Exhibir cinema en català a la nostra ciutat”. Una moción que promovía “el posicionamiento del ayuntamiento en el avance del uso social del catalán en el ámbito cinematográfico” y que “el ayuntamiento se sirva de cine en catalán cuando sea el organizador del evento”.

Esta moción inicialmente del grupo de ERC tiene un transfondo, como en todo lo planteado por el nacionalismo radical, de intolerancia lingüística. Las rectificaciones del equipo de gobierno no fueron suficientes para Ciutadans que plantea un bilingüismoreal. El redactado de la moción y la realidad de la situación del cine en Catalunya son conceptos que deben valorarse por separado.

En la actualidad, lo cierto es que existe un desnivel entre el mercado del cine en castellano y en catalán. Algo que no desea Ciutadans, que es defensor del bilingüismo institucional y social. Aunque para lograr este, a diferencia del nacionalismos intolerantes, no usaríamos el dinero público para pagar a las distribuidoras las supuestas pérdidas, ni decretaríamos leyes impositivas a los sectores privados. El dinero debe ser primero para educación, sanidad y vivienda y no para la construcción nacional.

La realidad de la moción es que explícitamente indica “Tercer, que l'Ajuntament de Viladecans se serveixi de pel·lícules parlades o subtitulades en català, en cas que la versió existeixi, quan organitzi o promogui projeccions públiques de cinema o en el cas que hagi cedit o cedeixi espais per a projecció regular o periòdica de cinema.”, algo que no respeta el pluralismo lingüístico de Catalunya ni la cooficialidad de las lenguas castellana y catalana.

En algunos años, por la realidad del mercado, tendremos exhibiciones públicas con cuotas bilingües. Pero con este redactado, aprobado por ERC,PSC,IC-EUA,CIU y con la abstención de PP, llegará el momento que el ayuntamiento sólo promoverá cine en catalán. Son pequeños conceptos, pero si no se defiende y respeta firmemente el bilingüismo real recogido por la Constitución se volverá a perder una batalla a la exclusión lingüítica en Catalunya, como ya pasó en la educación, como pasa en la vida.

Los nuevos charnegos.

Carta de un lector de El Periódico de Catalunya.




IGNACIO JOVÉ | Barcelona

En Cataluña la ley establece que “la rotulación exterior de los comercios y la información de carácter fijo deben figurar, al menos, en catalán”. También habilita a cualquier “ciudadano” a denunciar a quien, incumpliendo esta norma “infrinja los derechos de los consumidores”. Nada que objetar jurídicamente (la convivencia sería otro tema…) si esta obligación incluyera a la otra lengua cooficial, pero no es así.

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La Generalitat, que utiliza como lengua vehicular únicamente el catalán (la “propia”), considera que el uso y regulación del castellano (la “otra”), es cosa del Estado. Pero éste no puede actuar porque las competencias están transferidas. El objetivo último de esta política, que abarca la educación, la cultura y los medios de comunicación, es dar “una imagen socio-lingüística adecuada del país”, según rezan folletos institucionales. Por supuesto si alguien quiere que se le traduzca una comunicación oficial puede “solicitarlo expresamente”. O si quiere rotular también en castellano (o en chino, o en urdu) nadie se lo impide pero le costará más caro que hacerlo sólo en catalán.

Estos esfuerzos adicionales son la gota malaya con la que se intenta disuadir a los afectados de que ejerzan sus derechos, hasta conseguir relegar el castellano al ámbito estrictamente privado. No soy españolista ni pepero. Dudo que el castellano en Cataluña esté en peligro y en la calle no existe, de momento, el conflicto que algunas derechas denuncian, ya que la mayoría utilizamos las dos lenguas sin problema. Pero combatir un nacionalismo (el “malo”, el “de fuera”) con otro (el “bueno”, el “nuestro”), genera tantos votos como crispación, según evidencian las apariciones televisivas del señor Carod. El mismo que (con razón) exige los papeles de Salamanca o que le llamen por su nombre, utiliza términos como “Castella-Lleó” o “Estat Espanyol”, y ve natural que en TV3 se hable de “Països Catalans” o de la “Catalunya Nord” cuando informan desde Perpignan.

Lo preocupante es que cada vez son más los “ciudadanos” que asumen como verdadera esta realidad inventada. Patriotas ocupados denunciando comercios o cantando los goles del Barça, que desvían su atención de la pérdida de peso económico, el déficit de infraestructuras o las comisiones ilegales de sus políticos, mientras éstos legislan para restringir de facto los derechos de aquellos que no dan “la imagen adecuada”, los nuevos charnegos. Revanchismo, en vez de normalización. España no se rompe pero las costuras de Catalunya están cada vez más tensas.

Grito histérico.

Arcadi Espada, en el Mundo.

«Grito histórico», dice el diputado Joan Tardà para justificar su muera. Qué manera de complicarse la vida, cuando le habría bastado con decir «grito histérico» y todos le habrían entendido y olvidado. Al poco rato de haberse desbravado en la plaza ya estaba chapurreando la historia para ver por dónde salirse. Como había dicho «¡Visca la República, mori el Borbó!» (tanto les importa el Rey que le traducen hasta el apellido), empezaron por el principio: «El republicano se apresuró a puntualizar anoche», escribía este diario, «que el lema antimonárquico con el que cerró su discurso se utilizaba comúnmente como proclama durante la Guerra dels Segadors’ del siglo XVII.»

Comúnmente. Sí se habló de República hacia 1640, cuando el capellán Pau Claris la proclamó; aunque sin concretarla, como suele ser habitual en las repúblicas catalanas y en lo catalán en general. El atrevimiento intelectual de Tardà al vincular esa nonata república (al estilo de las mediterráneas) con la que el, tan modernamente, encarna ya era notorio. Pero lo realmente estupefaciente afectaba al Borbón. Porque mientras Pau Claris proclamaba su República, y durante toda la Guerra dels Segadors, en España reinaba Felipe IV, el macilento. De la Casa de Habsburgo. Un Austria.

Cuando al día siguiente Tardá despertó el Austria, con sus bigotes y su melancolía, seguía allí. Apresuradamente el diputado llamó a las agencias y dijo que el grito histórico era de cuando Felipe V y a la guerra de Sucesión. Bien, es cierto: entonces había Borbón. El problema es que no había República. La Guerra de Sucesión española (y por tanto catalana) no luchaba por un Borbón o una República (aunque fuera feudal), sino por un Borbón o el Archiduque Carlos de Austria. Otro Habsburgo.

Por lo tanto al diputado Tardà o le ha faltado República o le ha faltado Borbón. Quién lo diría en tipos tan sobrados de semejantes hechuras. No existe el grito histórico «¡Visca la República, mori el Borbó!» De no ser por la sombra del fiscal del Estado quizá el diputado Tardà no le quitaría méritos a su creatividad. Aunque no estoy del todo seguro. Al fin y al cabo se trata de gente humilde que antes que el brillo personal prefiere el sometimiento a la santa tradición patriótica, es decir, que prefiere ser hilillo de ese patchwork, diseñado por el delirio, donde Pau Claris camina del brazo de Lluís Companys, los segadores de 1714 luchan a muerte contra el Juan del cuatrocientos y el coronel Macià, del Ejército español, ordena al abogado Rafael de Casanova que tome Prats de Molló, entre grandes desfiles de remences, nyerros y cadells.

No invento el patchwork. El diputado Tardà tiene un blog y ayer escribía del caso. Le traduzco parte de su nota: «Hay quien considera que acabar un mítin gritando «Visca la República, mori el Borbó» es freaky. Ya es hora de cuestionar la razón por la que nos hemos dejado robar las palabras. [!] Es curioso, más academia, más cultura, pero menos espacio para la metáfora [!!]. Cuál sería la adecuación a nuestros días de la otra [!!!] exclamación popular de la historia del país: «Visca Macià, Mori Cambó». Seguro que el que lo gritara sería acusado de freaky. Y los jóvenes que al cabo de parar a los fascistas en Barcelona en julio del 36 ya estaban en Aragón. ¿Eran también freakys?»

Esto es lo que hay, gramática y moralmente. El nacionalismo. Un comic marvel, donde el hombre-masa, y su cerebro, ejecuta siempre el papel estelar.

Jugadores de cartas


Antonio Muñoz Molina, en El País:

El encuadre lo es todo: en la pintura, en el cine, en la fotografía, un límite casi siempre rectangular contiene lo que vemos y al mismo tiempo sugiere lo que queda fuera, que equivale a lo que las palabras de un relato no dicen y al tiempo que hay justo antes del principio e inmediatamente después de la música. Después de la música queda su resonancia fantasma flotando en el aire, un silencio que ya no es el mismo que había antes de que empezara. Escribir sobre algo es no escribir sobre otro asunto que se deja de lado; contar una historia es no contar otra que habría sido igual de posible, y por eso la maestría algunas veces consiste -en Henry James con mucha frecuencia- en contar algo y al mismo tiempo estar contando o sugiriendo lo contrario. Corregir lo escrito es muchas veces borrar y tachar: es el peso de lo no dicho y sin embargo presente lo que al gravitar sobre las palabras les da esa densidad misteriosa cuyo resultado es la poesía. En el Quijote, Cervantes atribuye a su cronista embustero y apócrifo Cide Hamete Benengeli una aspiración que siempre me ha parecido enigmática: ... y pide que se le alabe no por lo que dijo, sino por lo que dejó de decir. Un arte por naturaleza tan económico como la historieta logra sus mejores efectos de concisión gracias al encuadre y a la elipsis: en las dos o tres viñetas de una tira diaria de Charlie Brown o de Calvin y Hobbes se asiste a la maestría de quien lo dice todo dibujando lo mínimo, usando las mínimas palabras. En muchos cuadros y fotos memorables, la persona retratada mira algo que nosotros no vemos porque está más allá del encuadre, y esa imposibilidad de saber refuerza en nosotros la intuición de una conciencia y una voluntad soberanas que son más perceptibles porque no podemos acceder a ellas.
No es una cuestión estética: necesitamos relatos con principio y fin, y marcos que confinen una dosis limitada de la experiencia para entender el mundo. El espectáculo es demasiado amplio y fluye a una velocidad excesiva: como el científico, el observador que hay siempre en cada uno de nosotros elige un fragmento significativo para analizarlo en el microscopio de la atención, recoge en un tubo de ensayo una gota de esa corriente que de otro modo lo aturdiría. La neurociencia desbarató hace ya mucho la ilusión de que los sentidos recogen y trasladan a la mente las cosas tal como existen fuera de nosotros: los ojos como una cámara de recibir imágenes, los oídos una grabadora, etcétera. Lo que vemos, lo que escuchamos, lo que percibimos, es un relato selectivo, muy organizado, no reflejo pasivo, sino sofisticada construcción, ajustada a lo largo de millones de años por la evolución para responder a las necesidades de nuestra supervivencia. No hay, en rigor, colores, sonidos, volúmenes: hay ondas, de longitud y frecuencia diversas; partículas o pulsaciones moviéndose en un espacio casi por completo vacío, en el que además una gran parte de lo muy poco que nuestros instrumentos de observación más refinados llegan a captar es tan desconocido que se le ha dado el nombre de materia oscura (la ciencia es uno de los últimos refugios del lenguaje poético).

El relato, la viñeta, el fotograma, el cuadro, el experimento, enfocan la atención sobre sí mismos, sobre la limpidez y la intensidad de su forma, pero también nos avisan de que hay algo detrás, o por debajo, o más allá del marco; que en realidad ellos no son el mensaje, sino los mensajeros; no la solución del enigma, sino una pista que nos permitirá adentrarnos un poco más en él; no el territorio, sino tan sólo el mapa; una moneda, pero no el tesoro; el capitel de una columna o el trozo de mosaico que delatan la existencia de toda una ciudad sepultada; el residuo de ADN en el que está cifrado el espanto de un crimen.

Hemos visto estos días las fotos tristemente habituales del crimen, y como las hemos visto ya tantas veces, su obscena repetición, su monotonía sanguinaria, nos dejan en un estado de embotamiento moral: el empresario asesinado por los pistoleros de costumbre, el escándalo de la sangre manchando la acera, rebosando la manta o la sábana con la que se ha cubierto a toda prisa el cadáver, no se sabe si por piedad o por quitarlo de la vista cuanto antes, para que no importune, para que pueda ser olvidado más rápidamente, disuelto en una estadística, de modo que sea más fácil ennoblecer a los asesinos o incluso, si se presenta la oportunidad política, aceptarlos como interlocutores, concederles un respeto que se escatimará a sus víctimas.

Todo esto lo hemos visto ya, y no es improbable que tengamos que pasar la vergüenza de volver a verlo, y de que si manifestamos no ya nuestro asco, sino nuestra disconformidad, merezcamos de nuevo el insulto de los que hayan vuelto a descubrir el fondo bondadoso de los asesinos, su generosidad conciliadora. Lo que no habíamos visto era esa foto que publicó el diario El Mundo, y que no da más miedo y ha despertado más escándalo no por lo que hay en ella, sino por lo que no se ve, lo que está fuera del encuadre, a unos pasos de esos jugadores de cartas que se disponen a continuar, en su bar de siempre, la rutina gustosa y trivial de todas las tardes. En una de las fotografías más hermosas del siglo pasado se ve a una mujer negra, con abrigo y sombrero, sentada apaciblemente en un autobús, mirando por la ventanilla: es Rosa Parks, que el día 1 de diciembre de 1955 no quiso levantarse de uno de los asientos del autobús reservados a los blancos. Esa escena de una serenidad contemplativa oculta el heroísmo de una mujer que ha decidido no dejarse humillar nunca más y el mundo de segregación, crueldad e injusticia que hay más allá del encuadre.

En la foto de Azpeitia tampoco hay nada alarmante, ni siquiera llamativo, entre otras cosas porque los tipos humanos que aparecen en ella irradian bastante menos nobleza que la señora sentada en el autobús, en un delicado contraluz que acentúa su distancia en el tiempo. Ésta es una foto con una rudeza de bar español, de voces roncas y humo acre de tabaco, de televisor con el volumen demasiado alto y musiquilla de máquinas tragaperras. Lo que estos hombres discutan importará mucho menos que lo que estén callando. Lo que delimita el encuadre sería un episodio neutro de la áspera cordialidad de la vida española si no fuera por lo que sabemos que está un poco más allá. Hasta ayer mismo, el hombre derribado en el suelo en medio de un charco de sangre casi en la puerta del bar era uno de los que se sentaban a jugar esta misma partida. Acaban de matarlo, pero sus amigos del alma ya le han encontrado un sustituto. Las peores infamias no las cuentan las palabras ni las muestran las fotografías. Suceden en la normalidad y en el silencio.

Las otras almas muertas.

Un artículo de Félix de Azúa publicado en El Periódico de Catalunya.

Un amigo que ahora vive en Bombay pasó meses caminando por el sur del continente con el fin de conocer de primera mano la vida rural india, tan distinta de la urbana. Contaba luego muchas historias cautivadoras, pero la que más me chocó fue una constatación: la de que había pueblos amables y pueblos odiosos, separados por apenas una decena de kilómetros. Iguales en todo, menos en su aprecio por el prójimo. En su peregrinaje había encontrado aldeas donde, en cuanto divisaba las primeras casas, le rodeaba una población hostil, malencarada, bravucona. Siempre acababa haciendo aparición un gurú que le gritaba agitando un garrote, aunque era perfectamente consciente de que mi amigo no entendía una sola palabra. Y acababan por expulsarle de mala manera, cuando no le robaban la mochila. Diez kilómetros más adelante, sin embargo, entraba en otro lugar donde le recibían sonrientes, los niños bailaban a su alrededor, las jovencitas curioseaban mostrando dientes blanquísimos, le ofrecían agua y se afligían si no aceptaba un cuenco de arroz.
El recio igualitarismo que soportamos los europeos hace difícil creer en una diferencia moral profunda entre vecinos. No esa falsa diferencia llamada identidad, que es una abstracción narcisista y metafísica, sino otra más profunda que funda la verdadera diferencia entre comunidades felices y comunidades infames. Imagino yo a los munícipes de Azpeitia, en cuyo ayuntamiento ultranacionalista ni siquiera lograron condenar el asesinato de un ciudadano nacionalista, como uno de esos lugares en los que la temperatura baja seis grados en cuanto cruzas el umbral. Hiela el corazón un detalle que ha remarcado con perspicacia Santiago González en su blog: no se interrumpió la partida de mus del asesinado. La foto de Mitxi es atroz, tan atroz que quizá no diga toda la verdad. Pudo ser un homenaje.
Donde no se respeta la vida, solo hay muertos vivientes. La buena gente de Azpeitia estará deseando huir de sus infames paisanos. Hay pueblos amables, acogedores y con sangre en las venas a pocos kilómetros. Pueblos que no celebran la muerte.

Una temporada en el infierno.

Un artículo de Fernando Savater, en el país.

Lo comprendo, para qué vamos a engañarnos: Iñaki Arteta es un pájaro de mal agüero. No le demos más vueltas. Los pájaros de mal agüero se caracterizan socialmente porque les rodea el respeto formal y el rechazo real. Tal es el caso de Iñaki, por lo menos hoy, cuando ya ha "triunfado", si me perdonan la expresión irónica. Al principio era peor, porque se le rechazaba sin mostrarle el mínimo respeto. Su primer cortometraje le valió ciertamente un premio, pero en Nueva York, mientras que aquí le costaba su puesto en una institución pública vizcaína (en manos de nacionalistas, disculpen la redundancia). Poco a poco, sin desanimarse, ha continuado con su labor de denuncia filmada del padecimiento de las víctimas del terrorismo nacionalista vasco y ahora sus documentales son aceptados -al menos de labios para afuera- por casi todo el mundo.

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El documental de Arteta sobre el exilio vasco ha sido recibido con una "indiferencia marmórea"

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La película se proyecta en apenas media docena de cines en toda España

Los tiempos han cambiado y ya nadie se atreve a rechazar como crispación el retrato de la realidad en boca de quienes más la sufren: la verdad sigue siendo un fastidio político -siempre lo ha sido- pero hoy resulta peligroso negarla. A Iñaki Arteta se le da la razón, como a los niños y los locos, se le celebra como testigo y se le rechaza para todo lo demás. Qué razón tiene, qué fastidioso es.

Ahí tenemos por ejemplo el destino público de su último documental, El infierno vasco. Los medios de comunicación le conceden unánimes una sucinta reverencia: muy bien, impresionante documento, pobre gente que-mal-lo-pasa. Y a otra cosa. La película se proyecta en poco más de media docena de cines en toda España. En el País Vasco, donde podría suponerse mayor interés por el asunto, sólo se verá en un cine de Bilbao y otro de Vitoria (en San Sebastián no ha podido aún estrenarse, dedicada como está nuestra urbe a preparar su candidatura como futura capital cultural europea, je, je).

En cuanto a su audiencia, me remito a un testigo presencial -Xabi Larrañaga, en su excelente artículo publicado en Deia, 9-XI-08: "El viernes 28 personas asistimos a la narración del exilio de 30 paisanos, lo cual demuestra que aquí todo es posible, incluso la paradoja de una sesión de cine donde hay más protagonistas en la pantalla que espectadores en la sala... Esos 30 testimonios son el reflejo condensado de infinitos dramas, pero diré más: la presencia de sólo 28 espectadores en el único sitio de Bilbao donde se puede ver el filme también es el reflejo de un drama colectivo, una indiferencia marmórea ante lo que está pasando delante de nuestras narices".

Por lo que yo sé, en los demás pocos cines del resto de España en que se ha proyectado el documental la asistencia ha sido semejante. Indiferencia marmórea, como bien señala Larrañaga. Para encontrar el "no lo sabíamos" con que las víctimas de la opresión y la discriminación se ven entregadas a su suerte por los oportunistas o los cobardes no hace falta remontarse al franquismo ni al nazismo: lo oímos a cada momento en España o en Europa quienes queremos hablar de la omnipresencia cotidiana del terrorismo en Euskadi, del agobio del nacionalismo obligatorio, de los abusos de la imposición lingüística, etcétera. Y no estamos hablando de fechorías ocurridas en tiempo de nuestros padres o abuelos, sino de las que pasaron ayer y siguen pasando hoy. Muchos de quienes denuncian virtuosamente la paja de la resignación ante los crímenes de hace medio siglo llevan con naturalidad la viga de la suya ante los que se cometen bajo sus narices.

Precisamente de esto trata el documental de Iñaki Arteta. No es otro alegato contra ETA sino contra las actitudes sociales y políticas que han completado la labor de segregación e intimidación comenzada por el terrorismo. Los protagonistas que cuentan su drama en El infierno vasco lo dejan muy claro: no se habrían ido de su tierra, de su hogar y de su trabajo si hubieran encontrado verdadero apoyo por parte de sus conciudadanos y de las autoridades en lugar de fórmulas reticentes de condolencia. En muchos casos -clérigos, profesores, ertzainas, empresarios, concejales...- recibieron más amonestaciones por su conducta díscola que solidaridad activa y combativa por parte de quienes tenían la obligación de respaldarles. Pero la tiranía no se refuta compadeciendo a sus víctimas sino derrocando a los tiranos. Por ejemplo, uno de los empresarios que finalmente tuvo que huir para no pagar resume así su caso: "Me han echado de mi tierra, he padecido dos infartos por su culpa pero no les he dado ni una pela: con mi dinero no se han comprado ni una bala ni se han tomado un solo pintxo". Si todos hubieran obrado así, de ETA sólo quedaría ya la triste memoria. Pero con esos elogiados empresarios que se avienen a pagar para no marcharse -sufriendo, eso sí, muchísimo, porque nunca se paga a gusto- tenemos terrorismo para rato. En uno de sus iniciativas más valientes y acertadas, Garzón decidió intervenir judicialmente contra ellos porque es cierto que no se debe tratar a las víctimas como a verdugos, pero tampoco considerar simples víctimas a quienes financian para escaquearse a los verdugos de todos.

Contrasta el cortés hastío que rodea a las víctimas actuales de ETA, es decir, a quienes han tenido que huir del País Vasco y a quienes hoy sufren todavía allí opresiones y extorsiones, con el interés que rodea a Roberto Saviano y su interesante libro Gomorra, sobre el que acaba de estrenarse una película más frecuentada que la de Iñaki Arteta. Ni que decir tiene que Saviano es un hombre de lucidez y coraje que merece todo el apoyo que podamos brindarle. Y que sufre una amenaza especialmente temible (secundada desde luego en parte por una ciudadanía cómplice en su tierra natal) que hace su vida difícil y muy expuesta. Por decirlo con William Irish: no quisiera estar en sus zapatos. Pero en su nada envidiable y meritorio calvario hay cosas que a Saviano le serán ahorradas. No creo que nadie le diga -al menos en público- que la culpa de sus males es suya, por crispador y bocazas. Y no tendrá que leer en el editorial de un periódico lamentos acerca del número de camorristas presos, como debemos soportar los demás sobre la triste suerte de los mafiosos etarras: así en Insensibilidad (en Deia, 11-11-08, al día siguiente del artículo de Xabi Larrañaga, quizá para compensar), bajo el epígrafe "la inmensa mayoría de la sociedad vasca permanece indiferente ante la realidad de que 750 ciudadanos y ciudadanas acusados o condenados por vinculación con ETA se encuentran en la cárcel", se asegura que "no es posible tal acumulación de personas encarceladas en una democracia sana". Por lo visto en las democracias más saludables los asesinos, sus cómplices y quienes les jalean son celebrados como héroes del pueblo. Menudo panorama.

Que no desagrada probablemente a Alfonso Sastre, quien se ha unido al debate sobre la memoria histórica ('Sobre la memoria histórica y la calavera de García Lorca', Gara, 12-11-08) para sostener que "hay que distinguir entre amnistías buenas y malas; y éstas -las malas- son las que pretenden que sean olvidados los grandes crímenes de los poderosos (opresores) o cometidos bajo su inspiración, y buenas las que van a favor de los oprimidos". Quizá conceptualmente la argumentación no es muy sólida pero tiene a su favor decir claramente lo que otros mascullan. Pues bien, ojalá en el País Vasco, cuando acabe definitiva y realmente la violencia de los terroristas (que son hoy los poderosos y opresores), se establezca una convivencia políticamente polémica pero pacífica entre nacionalistas y no nacionalistas. Aspiro a que mis improbables nietos vivan en cualquier ciudad vasca, en la avenida Xavier Arzalluz esquina Mayor Oreja. Quizá 50 o 60 años después de acabar la matanza surjan rentabilizadores literarios o cinematográficos para exponer con gallardía póstuma lo que hoy se silencia. Y a lo mejor aparece alguien con la pretensión de juzgar entonces lo que no se llevó en su día a los tribunales. Por si en ese futuro la salud no me acompaña, me uno preventivamente a los "reaccionarios" que en tal caso prefieran mirar hacia el futuro compartido que al pasado hostil. Pero en cambio hoy todavía es tiempo de dar la batalla: no para desenterrar muertos, sino para impedir que se entierre en vida en la ciénaga del silencio y la indiferencia social a quienes han padecido y padecen el nacionalismo obligatorio.

Mal reparto.

Una columna de Ángel de la Fuente, publicada en El Periódico de Catalunya.


Una columna de Ángel de la Fuente publicada ayer en El Periódico de Catalunya:

Lo peor de las crisis económicas es que están muy mal repartidas. En una recesión normal el descenso de la renta per cápita medida a precios constantes no suele pasar del 2% o el 3%. Si el recorte de ingresos fuese uniforme para todos, la situación --aunque desde luego poco placentera-- distaría mucho de ser dramática. En la práctica, sin embargo, los daños se concentran en un grupo relativamente reducido de empresas que se van al garete y de trabajadores que pierden su empleo o no pueden encontrar uno, mientras que el resto de la población mantiene más o menos constante su nivel de renta.
España es uno de los países industriales en los que más rápido se destruyen puestos de trabajo en periodos de crisis. En la década que siguió al primer shock petrolífero de los años 70, el número de empleos por persona en edad de trabajar se redujo en nuestro país en un 23% frente a un descenso del 3% en el conjunto de la OCDE, de un 8% en los 15 miembros de la Unión Europea antes de su ampliación al Este (UE-15) y a un aumento del 2% en Estados Unidos.
En la recesión de principios de los 90 la historia es similar aunque menos dramática. En los tres años siguientes al inicio de la crisis, el indicador citado de empleo se redujo en el 6,4% en España, en el 3,5% en la UE-15, en el 2,3% en los Estados Unidos y en el 1,9% en la OCDE.
Muchos economistas pensamos que estas diferencias tienen bastante que ver con el grado de flexibilidad salarial de las distintas economías. Cuanto más rápido se ajusten los salarios reales ante una perturbación adversa, menor será el incremento del paro y más rápida será la salida de la recesión.
Si tenemos razón --y la evidencia empírica así lo sugiere-- sería necesario realizar una reforma en profundidad de nuestro sistema de negociación colectiva para eliminar o al menos mitigar algunas de las rigideces que este introduce en el proceso de formación de salarios.
En las circunstancias actuales, podría ser aconsejable ir más allá y buscar un pacto entre los agentes sociales para intercambiar menores salarios por más empleo con el fin de minimizar los costes sociales de la crisis.