domingo, 29 de agosto de 2010

El crash del 2010. (2)


Ciertamente, desde 1950 hemos vivido muy bien, en Occidente mejor, claro: la edad dorada y, luego, los felices 2000, como los felices años veinte, sí. Pero las cosas se acaban; no por nada mágico, sino porque lo que vivimos forma parte de la evolución de esas mismas cosas. Magistralemnte lo expresa Charles Aznavour en "La Bohème": "Montmartre semble triste / Et les lilas sont morts". Al igual que para aquel pintor que hace años vivió intensamente una pasión en un barrio repleto de lilas, nuestro barrio parece ahora distinto, y las flores, marchitas. La evolución de las cosas, de nuestras cosas, nos ha llevado a un punto de ruptura trágico pero inevitable.
Será duro, durísimo, pero se superará, ¡evidentemente! No será el fin del mundo: nunca lo es; pero las cosas, nuestras cosas, nunca volverán a ser como fueron. Eso ya no es posible, es consecuencia de la evolución, es parte del precio que hay que pagar por ésta. Y ese precio supondrá que no volvamos a sentir un Montmartre igual de dichoso a como lo sentimos, ni a percibir las lilas en todo su esplendor.

sábado, 28 de agosto de 2010

El crash del 2010.

A partir de hoy os iré colgando retazos de "El crash del 2010", el libro de Santiago Niño Becerra publicado en el 2009.



Usted es consciente de que desde hace un tiempo este tipo de noticias han ido en aumento, si bien no recuerda cuándo comenzaron exactamente; le saco de la duda, aunque, en el fondo, no es demasiado importante: fue en septiembre de 2007, cuando salió a la luz la gigantesca problemática económica que un producto financiero, las llamadas hipotecas de alto riesgo, las subprime, llevaban tiempo creando. A partir de aquí empezó a generarse una maraña de deudas impagables, capacidades de endeudamiento agotadas, fuentes crediticias cerradas, desconfianza, temor, caída de la actividad económica, miedo social, desempleo...
Esta evolución está conduciéndonos a una crisis de proporciones gigantescas, estructuralmente muy parecida a la Depresión de los años treinta, a un crash que en 2010 reproducirá la situación de derumbe que se produjo en 1929. Un crash, una crisis por otro lado inevitable, porque es parte de la evolución en la que la dinámica histórica lleva inmersa diez mil años.