lunes, 24 de enero de 2011

Una novela de barrio. (y 8)


Bueno, pues quizá le haya hablado de la España que me convirtió en una dama: la España del hambre. Centenares de chicas llegaron a Barcelona con el estómago en pena y un porvenir en el vientre. Y yo les busqué trabajo para sus vientres, o sea, que les salvé la vida y de paso me conevrtí en una de las fuerzas vivas de este país. Porque este país se construyó con el hambre, no sé si tiene usted edad para saberlo. Pero si tiene edad para saber que ahora se sigue construyendo del mismo modo. Aunque no con el hambre de los españoles, sino con el de los inmigrantes. Hemos conseguido traspasar el hambre. Y siguen llegando miles de chicas que no tienen más que un porvenir, el de su vientre. Ésas, ¿sabe?, son mucho más tristes que las mías. Porque yo, a las mías, les daba cariño y una vida razonable. Yo era una dama.

Una novela de barrio. (7)


Y un momento después entraron ambos en un bar cercano, desde el que se veía la torre. El bar, lleno de obreros que acababan de terminar su jornada, estaba en un gran bloque de nichos verticales que representaba la armonía de los pueblos. Ostentaba un dulce nombre andaluz, anunciaba un anís castellano, tenía una fregona filipina y un camarero mahometano. Los clientes, venidos de las profundidades de dormitorios donde no cabía ni la mujer, hablaban de los resultados del fútbol y de la deuda acumulada sobre sus viviendas. Y en lugar de los viejos carteles marxistas sobre la unidad del proletariado, allí se podría haber escrito: "Hipotecados del mundo, uníos".
Se permitía fumar. Qué coño, allí estaba lo que quedaba de la vieja España de la cazalla, el pitillo y los muslos de la parienta. Un cartel en la puerta lo decía claramente: "Se insultará al que no fume".

viernes, 21 de enero de 2011

Una novela de barrio. (6)


-El caso es que todavía hay mucha gente que come mal, señor Méndez- dijo el dueño anticipado-, como usted mismo acaba de demostrar, y sólo compra en las casquerías, que antes eran parte de la historia gastronómica de nuestro pueblo. Hoy el proletariado, que soñaba con la revolución para cometer un bisté, casi ha desaparecido; pero existe el proletariado de los inmigrantes, que demuestran lo justo y perfecto que se ha hecho el mundo. La revolución social acabarán montándola ellos, cuando sean más que nosotros, de modo que es urgente que coman bien y crean en un chef antes que en Mahoma. La cocina es hoy el espíritu del pueblo, señor Méndez, y estamos llegando muy cerca de la perfección: nadie conoce la Constitución, pero la gente suele conocer la Guía Michelín.

jueves, 20 de enero de 2011

Una novela de barrio. (5)


-Pues los menús baratos se están acabando, señor Méndez: los precios suben porque la gente sólo piensa en comer. La gente ya no cree en los políticos, pero al menos cree en los chefs, y eso nos traerá una época de estabilidad y concordia. Ningún chef ha promovido una guerra civil, que se sepa, y ni ha hablado mal del presidente de las Cortes, que ya es decir. Cuando el país sea un comedero feliz, y la gente se pelee sólo por saber dónde se come mejor, se terminarán los problemas, aunque también terminará la historia.

Una novela de barrio. (4)


Cuando todas las cortesanas del país hayan vendido su parto a la tele y todas las mujeres de toreros hayan engañado a su marido con un toro, el país se aburrirá y volverá a lo principal, que es la guerra civil, los estatutos de autonomía y la unidad de España. Entonces habrá sitio para los periodistas como tú, aunque eso tiene una desventaja: mientras el país esté idiotizado con las aventuras de cama y no con nuestro destino histórico, nadie mata a nadie, a no ser a cornadas, y el día a día va tirando. En caso contrario, ya veremos.

Una novela de barrio. (3)


- No, no me mire de ese modo, y reflexione sobre lo que usted ha perdido. Ha ganado alguna cosa, como por ejemplo el matrimonio homosexual, pero no creo que usted, después de separarse de su mujer, vaya a casarse con un hombre. Ha perdido el derecho de fumar. Coño, hasta el de fumar. Ha perdido usted el derecho de hablar con una prostituta en la calle, aunque sólo sea para darle la hora. Y no digamos la pobre prostituta, hija del pueblo redimido, que tendrá que comunicarse con los clientes usando el sistema Morse. Como ciudadano pacífico, tendrá una serie de limitaciones que ni siquiera la dictadura le impuso. Los verdaderos dictadores son los reglamentistas, se lo digo yo, pero contra los reglamentisats no se hacen revoluciones. Al contrario, a veces se les aplaude y, desde luego, se les paga.

miércoles, 19 de enero de 2011

Una novela de barrio. (2)


Le decía que las masas mueren por nada, aunque su muerte, eso lo reconozco, les hace formar parte de esa visión estética que a veces tiene la historia. Vea los miles y miles que murieron en Barcelona defendiendo la causa republicana. ¿Qué obtuvieron? Una monarquía, lo que al fin y al cabo era un gran triunfo después de cuarenta años de dictadura. Pero esa monarquía, con gran sentido común, no les ayuda ni a buscar a sus muertos. Ha ayudado, eso sí, a que las masas tuvieran una segunda victoria: los llamados gobiernos de la izquierda. Pero, amigo mío, el primer gobierno de la izquierda comprendió también que había un mercado -por supuesto, superior a él- y rompió la norma sagrada de la seguridad en el trabajo para que el mercado se mantuviese. El segundo gobierno de la izquierda, esclavo de las multinacionales, abarata el despido. Ya me dirá usted qué coño han ganado los muertos. Los únicos que tenemos razón somos los realistas, como por ejemplo yo. Ya ve: yo pensé un lejano día que una segunda muerte me salía gratis, y en efecto me salió gratis. Por otra parte, no veo qué libertades individuales han ganado las masas. Sus libertades individuales son cero, son ninguna.

Una novela de barrio

Con este post empiezo una serie dedicada a recoger retazos de "Una novela de barrio", un libro escrito por Francisco González Ledesma. Una novela negra con el inspector Méndez de protagonista y que os recomiendo para este verano.

- Pues aún le falta conocer cosas, inspector, a la espera de que lo asciendan. Esta tierra del Poble Sec, antiguamente batida por los cañones de Montjuïc, siempre ha sido lugar de sufrimiento. Por aquí había unos solares que ya no existen -han sido edificados, claro- y en los que los comerciantes de carbón vaciaban su carga, y una vez en el suelo añadían agua al carbón, para que pesase más y así aumentar su negocio, añadían agua al carbón, para que pesase más y así aumentar su negocio, puesto que lo vendían por kilos. Eso significaba que un pobre hombre volvería a cargar a pala el carbón, ahora mucho más pesado. O sea, que el pobre hijo del pueblo tenía que cobrar menos que el valor del peso añadido por el agua, ya que de otro modo el negocio no habría salido a cuenta, y quién sabe si el capitalista se habría declarado en quiebra. Ahora la gente lo ha olvidado todo, como el niño ignora el dolor del parto de su madre. Créanme, los barrios cambian y entierran su memoria. Ahora sólo quedan cuatro viejos que lo han visto todo y sólo aspiran a morir en su calle, y cuatro nenas que no han visto nada y sólo aspiran a huir de su calle.

lunes, 17 de enero de 2011

¡Qué grande es Carlos Carnicero!

Carlos Carnicero en periodistadigital.com



Hay actitudes que traducen la esencia profunda del alma. Una de ellas es la falta de escrúpulos ante la ética de la conveniencia, por encima de la ética de los principios, de la solidaridad con los tuyos y de la honestidad personal.

El presidente de Gobierno ha terminado en manos de Pedrojota Ramírez, que además presume privada y públicamente de su ascendiente sobre el presidente de Gobierno. Como en tantas ocasiones de la historia de intrigas de este personaje singular del periodismo que se ha hecho millonario manejando la información de acuerdo a sus intereses, ahora está de asesor y psicólogo de cabecera de un presidente del Gobierno que será apuñalado porque es sabido que el escorpión usa el aguijón por la única razón de que lo tiene incorporado a su anatomía.

EL CEREBRO DE LA TRAMA, MIGUEL BARROSO

La historia viene de lejos. El padre de ese acercamiento, como de tantas ideas peregrinas, es Miguel Barrroso. Un hombre que siempre ha tenido un poderoso ascendente sobre el presidente Zapatero y que forma piña con el clan que durante mucho tiempo se ha reunido los domingos en La Moncloa, para jugar al basket con Zapatero en el verdadero consejo de ministros.
Por aquel entonces, recién llegado José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa, al secretario de estado de comunicación le rondaban dos preocupaciones.

La primera, “blanquear televisión española”. Esa es la expresión que utilizó conmigo. La segunda, ampliar el número de licencias de televisión en abierto para adjudicar una al grupo PRISA y la otra a sí mismo, a través de sus pactos y entendimientos con José Luis Contreras, amigo y participante con Barroso en peripecias televisivas y de asesoramiento político. Naturalmente Miguel Barrosos no tiene a su nombre ninguna acción de la empresa propietaria del ese canal de televisión. Faltaría más.

FAVORES A LA EX MUJER DE BARROSO

Por aquel entonces el secretario de estado de comunicación Miguel Barroso estaba en trámites de separación y Pedrojota se apresuró a ofrecer un importante contrato de periodista a la que pronto sería ex mujer del asesor de Zapatero, que luego contraería matrimonio con la actual ministra de Defensa, Carme Chacón. Sin duda, un alivio económico para quien se separaba con hijos.

En un mundo sutil en donde los favores se confunden con los méritos, no seré yo quien discuta la capacidad profesional de la persona contratada, pero lo que no cabe duda es que los favores Pedrojota. los cobra. Y además me parece que la persona contratada, una profesional del periodismo competente, hace bien el trabajo que se le encomendó. Ni un pero para ella. Que nadie entienda en esta información que se pone en cuestión la capacidad profesional de la ex mujer de Barroso. Lo que se indica aquí es la largueza de miras del director de El Mundo. Sus páginas están llenas de personas que le tienen que estar agradecidas, y eso él lo maneja como nadie.

En una entrevista de las muchas que tuvimos entonces, Miguel Barroso me pidió, “de parte del presidente”, un favor muy especial: que participara asiduamente en un programa que se iba a llamar “59 segundos” (naturalmente producido en los primeros y largos tiempos por su íntimo amigo Contreras) , en donde se iba a dar entrada a la derecha más dura, para demostrar la diferencia de talante de Rodríguez Zapatero en la utilización de la televisión pública. Cómo siempre la bonhomía del presidente tenía retranca.

"EL ÚNICO QUE PUEDE PARAR A PEDROJOTA ERES TÚ"

La frase textual que empleo conmigo el secretario de comunicación fue esta: “El presidente y yo creemos que el único periodista que le puede parar los pies en ese programa a Pedrojota Ramírez eres tu”. Ciertamente un halago referido a una disputa con uno de los periodistas más temidos de este país por la forma en la que utiliza la información como un estilete para su conveniencia.

Yo por aquel entonces vivía en La Habana y la petición de hacer dos programas consecutivos al mes en “59 segundos” entorpecía gravemente mis proyectos, pero por otra parte, tener un cara a cara con el periodista que yo considero más amoral de este país tenía para mi un gran atractivo. Hervía entonces la conspiración organizada por El Mundo alrededor del 11-M y todavía estaba reciente la petición expresa del voto a favor de Mariano Rajoy del director de El Mundo en plena jornada de reflexión en la que Pedrojota. insistía que el autor de la masacre de Atocha había sido ETA. (consúltense, por favor, las hemerotecas)

Accedí con dos condiciones. La primera, que yo me pagaría los viajes desde La Habana para que nadie aduciera trato de favor. Y la segunda, que mi retribución por participar en el programa tenía que ser exactamente la misma que la del director de El Mundo. Dije que esa era una cuestión de principios innegociable. Que no me importaba la cantidad sino la equidad. Si se trataba de desguazar dialécticamente a Pedrojota me parecía irrenunciable que la retribución fuera la misma. Así se me garantizó.

COMIENZA EL IDILIO...

Entonces no sabía yo que ya se había iniciado el idilio entre Pedrojota y Zapatero., con Barroso como Celestina. Como el secretario general del PSOE, que es obvio recordar que era diputado en el Congreso cuando explotó el asunto del GAL, nunca se ha considerado solidario con el partido que heredó de Felipe González, su acomodo a la amistad con Pedrojota no ofreció reparos morales. Muchos socialistas con edad suficiente entenderán a lo que me refiero: Pedrojota hizo todo lo que estuvo en su mano y más, para en convivencia con Baltasar Garzón tratar de que el presidente constitucional de España, Felipe González, acabara en prisión.

Comenzó el programa y cumplí mi parte. Tengo que decir que la disfruté y que aquellas discusiones en antena con quien tanta capacidad tenía y tiene para decir una cosa y la contraria me produjeron muchas satisfacciones personales. Y además, ver a Pedrojota llegar con sus guardaespaldas, en coche blindado, mientras yo llegaba en un taxi, alimentaba en mi una especie de vocación de David frente a un Goliat de los medios de comunicación. Me sentí cómodo en aquellas broncas que sinceramente creo que casi siempre gané por goleada.

Ocurrió que me enteré un día que después de una discusión memorable sobre la utilización que del 11-M hacía El Mundo, al salir del programa, Pedrojota Ramírez se dirigió, como tantas veces después, a cenar mano a mano con el presidente de Gobierno. Y yo me enteré porque en este Madrid de alcahuetes no hay secretos que cien años duren.

CARIÑITOS CON PEDROJOTA

Y yo me dije a mi mismo: basta de que yo me bata dialéctica con el director de El Mundo, que es para mi la manifestación menos respetable del periodismo más amarillo, y que el presidente del Gobierno y Miguel Barroso le den puntos de sutura y cariñitos en La Moncloa. Me sentí utilizado y decidí salir de esa situación sin escándalo, en silencio y sin dar otra explicación de que no me apetecía seguir asistiendo al programa. Tuve muchas llamadas para que reconsiderara mi posición pero es evidente que no lo hice.

Y hasta allí llegó mi participación en ese programa en el que recibía una importante cantidad de dinero por cada participación. Eso si, un año después de abandonar el programa -y por lo tanto sin que tuviera ninguna relación con mi decisión de retirarme- me enteré de que Pedrojota Ramírez cobraba tres veces más que yo. Ni en eso fue honrado Miguel Barroso. Mintió en todo lo que me dijo. Hasta me engañó en la única condición que puse.

EL NOMBRAMIENTO DE LUIS FERNÁNDEZ

Otro día explicaré como el presidente de Televisión Española, Luis Fernández, recién llegado a su puesto, en una comida en Currito, en la Casa de Campo, me sondeó para ver si me interesaría dirigir un periódico que entonces se estaba preparando: “Público”. Y yo le dije sorprendido: “pensaba que ese proyecto no era de televisión española”. Relaciono este hecho porque el nombramiento de Luis Fernández en RTVE fue obra personal de Miguel Barroso, quien cuando ya no era secretario de estado de comunicación, y utilizaba la dirección de la Casa de América para sus encomiendas políticas y personales por Latinoamérica, visitó a Luis Fernández en Miami para ofrecerle televisión española. Los amigos de Barroso y de Fernández siempre están en la pole position del poder de Zapatero. Pero esa es otra historia de cómo los amigos de Zapatero se han hecho ricos en la cercanía del poder que podré contar otro día.

Lo cierto es que una amistad entre el presidente de Gobierno y Pedrojota. Ramírez, que fue planificada, teniendo también en cuenta intereses personales y familiares, por Miguel Barroso no sólo ha perdurado hasta nuestros días sino que ha culminado en el hecho de que Zapatero rara vez toma decisiones importantes sin contrastarlas con el director de El Mundo. ¡Qué le vamos a hacer si la ética de la conveniencia ha sustituido a la ética de los principios¡ Estamos en una era en el que el posibilismo ha desplazado a las ideologías.