jueves, 30 de junio de 2011

De ciudades.


Se afirman sobre su continuidad física, y sobre la continuidad no menos física del sudor y la respiración de sus gentes, más allá de las demarcaciones artificiales sobre las que tratan de imponer su precario designio los ayuntamientos. Uno puede dividir un país, de hecho muchos lo consiguen cotidianamente, pero no hay modo de dividir una ciudad. Todos los que alguna vez lo intentaron, acabaron fracasando. Tanto da que alcen muros, de hormigón, de ideologías o de lenguas. La ciudad los derriba siempre, para seguir bullendo conforme a su lógica primaria y animal. Quizá por eso sea una de las más poderosas construcciones humanas, desde las polis de Grecias hasta las cosmópolis del presente.

LORENZO SILVA

Las cosas difíciles...



Las circunstancias difíciles son las que muestran a los hombres. Cuando des con una, recuerda que la divinidad te prueba oponiéndote a ese duro contrincante. Pero recuerda que la puerta está abierta. No seas más cobarde que los niños, sino que igual que ellos cuando algo no les gusta dicen: "Ya no juego", tú también, cuando te parezca que las cosas están de esa manera, di "ya no juego" y márchate. Pero si te quedas, no te quejes.


EPICTETO

viernes, 17 de junio de 2011

martes, 14 de junio de 2011

¿por qué cualquier crítica a los planteamientos del catalanismo es tildada de anticatalanismo?

La opinión de Joseba Arregui en El Periódico de Catalunya.
Ya se celebraron las elecciones y los catalanes hablaron. Pero los que más están hablando de nuevo son los partidos políticos que operan en Catalunya. Por eso, el título que se refiere a Catalunya no sé si es correcto, porque Catalunya probablemente no solo es lo que aparece en la opinión de los partidos políticos que hablan de ella.
Desde la distancia: quiere decir la distancia que, en el caso de quien escribe, se ha ido acrecentando en los últimos años. Desde una sensación de cercanía y simpatía profundas, a una sensación que no significa lo contrario, sino fundamentalmente dificultad para entender lo que está sucediendo en Catalunya. O quizá mejor: no se trata de dificultad para entender lo que está ocurriendo en Catalunya, sino de dificultad para entender las reacciones que parecen mayoritarias en los partidos políticos y que articulan la reflexión sobre lo que está sucediendo en Catalunya.

La mejor manera de responder a esa creciente distancia, a esa creciente dificultad para entender la articulación de esas reacciones, podría ser, probablemente, la de callarse. La mejor manera de responder a esa creciente distancia podría ser la de aceptar el veredicto de la parte de la opinión catalana publicada que dice que quienes han sido críticos con la forma de plantear y llevar adelante todo lo referido al nuevo Estatut, incluido el discurso que se ha convertido en oficial al respecto, responden a un anticatalanismo profundo, que pertenecen a la caverna mesetaria, a un profundo nacionalismo español conservador y de derechas. Sea.

Uno se pregunta, además, qué sentido tiene preocuparse por otros vecinos de la casa común si no está seguro de que quieran seguir siendo vecinos suyos, si quieren seguir habitando en la misma casa o están esperando la mejor ocasión para salir de ella e independizarse como hacen los hijos en cuanto tienen esa oportunidad. Pese a todo, y desde la posición de compartir una lengua común, que no es ni la específica de Catalunya ni la lengua de familia de quien escribe, uno sigue aferrado a la idea de que aún compartimos algo. Desde esa idea, quizá ilusoria, uno se hace algunas preguntas.

¿Por qué cualquier crítica a los planteamientos que hace el nacionalismo catalán, o el catalanismo, es tildada de anticatalanismo? Uno se atreve a pensar que lo más democrático de las constituciones, la garantía de las libertades y derechos fundamentales, vale también y sobre todo para la libertad de no estar sometido a una ortodoxia dogmática que define lo que es ser buen catalán, buen vasco, buen español. Alguien escribió hace años -John Dewey- que lo que más se necesitaba en su tiempo era creatividad e innovación, pero que ni la una ni la otra eran posibles sin crítica, especialmente sin autocrítica. ¿Cómo es posible la crítica y la autocrítica si la opinión pública de una sociedad como la catalana se inmuniza frente a cualquier crítica?

¿Está prohibido pensar que el nuevo Estatut no plantea una federalización de España, sino que tiende a una confederalización del Estado? ¿No es posible, e incluso obligado, tratar de diferenciar el federalismo del confederalismo? Uno puede entender el argumento de que la política de inmersión lingüística en catalán es muy efectiva. Uno puede entender el argumento de que buena parte de la población catalana acepta dicha política. ¿Pero es tan difícil de entender que haya quienes no acepten el argumento de que la alternativa a la política de inmersión sea la segregación escolar en comunidades lingüísticas, como si la utilización en alguna medida pequeña del español como lengua vehicular forzara la segregación escolar en comunidades lingüísticas, que no lo hace?

sábado, 11 de junio de 2011

El nacionalismo es una plaga del mundo moderno y también de España

Os copio una parte del discurso que leyó Mario Vargas Llosa en Estocolmo.

Pero ahí queda la Transición española, un ejemplo de cómo, cuando, la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios políticos aparcan el sectarismo en favor del bien común, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los de las novelas del realismo mágico. En definitiva, un prodigio del que surgió una nación nueva, dice Llosa, una sombra. Grave sombra: el nacionalismo. Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas.

sábado, 4 de junio de 2011

Clientelismo

Lo que me parece deseable es que el máximo protagonismo corresponda a la sociedad como tal. La participación del individuo no debe limitarse al momento de depositar un voto. Necesitamos instituciones que, desde una total independecia, tengan más fuerza, más presencia, y que los poderes políticos les concedan protagonismo y lo reconozcan. Me parece que tanto la derecha como la izquierda en España tiene cierto recelo a confiar en la sociedad civil y en su capacidad de decisión. Pienso, por ejemplo, en un capítulo tan socorrido como es el de las subvenciones. Las subvenciones, en casi todos los casos, se covierten en "clientelismo" legalizado.

Estas declaraciones las hizo monseñor Elías Yanes en 1996. Han pasado los años y no estamos igual, estamos peor.