Con este post acabo la serie dedicada al libro del economista Santiago Niño Becerra.
El crecimiento del planeta ha estado basado en la creencia de que gastar de todo, sin límite, era posible e incluso necesario; en el mundo rico, malgastando, en el mundo pobre, sin aportar nada a cambio. Fue posible porque ese estado de bienestar, ese ir-a-más, nos hizo creer que con nuestras creaciones, nuestra tecnología y nuestra ingeniería financiera sería posible compensar cualquier desequilibrio. Pero cuando la deuda se ha hecho físicamente insostenible y la capacidad de absorber bienes de consumo se ha agotado, nuestro sistema ha encarado una crisis. Así lo hemos hecho, pero no nos culpemos excesivamente: nuestras alternativas eran verdaderamente muy limitadas.
domingo, 28 de noviembre de 2010
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