miércoles, 13 de julio de 2011
Morir emparedado
La niñez es generosa: hasta la adolescencia no se me ocurrió pensar que vivía en un mal piso. Luego, sí; luego, cuando fui a un colegio bien, el de los escolapios de Diputació, me daba vergüenza incluso enseñar mi calle, como a mamá le llegó a dar vergüenza que entraran en casa las visitas. Pero, por eso mismo, allí se descubría que tenía que haber algo mejor, y que si no querías morir emparedado, tenías que descubrirlo.
Historia de mis calles, FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA.
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