lunes, 12 de octubre de 2009

Ladrones patriotas


La opinión de José Domingo


Los casos Millet, del Orfeó Català-Palau de la Música, y Gürtel, del PP, serán estudiados en el futuro por los profesionales de la corrupción para eludir errores de principiante. El libro de estilo del perfecto corrupto incluye dos reglas básicas:

La primera, evitar la ostentación porque genera sospecha. En este caso, los sobornadores, que trabajan con la debilidad humana como materia prima de su industria, han caído en su propia trampa, dedicándose con fruición al despilfarro indecente, a la pompa del dinero fácil.

La segunda, que el sistema funciona a la perfección cuando el Gobierno es tolerante o cómplice, pero tiene fallas cuando cambian las tornas y, súbitamente, se pierde todo interés por salvar al protegido.

Don Vito o Don Millet han sido muy generosos con los sobornos y han alimentado con dádivas a las respectivas “familias”. Muchos compañeros de partido y de patria han recibido sus obsequios a cambio de contrataciones o de aportaciones públicas o privadas. Facturas falsas, dinero negro, creación de empresas destinatarias finales del dinero que son propiedad de hombres de su confianza o de la familia, elevaciones ficticias del precio de las contrataciones para cobrar los sobornos. Nada nuevo bajo el sol. Tampoco en la justificación. Lo hicieron por el partido o por la patria, cuando, en realidad, debieran decir que fue ¡Por la pasta!

Incluso los corruptos deberían saber que no importa la sofisticación e imaginación de las tramas, siempre se corre el riesgo de que el papel o el pen drive dejen huella.

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