jueves, 20 de septiembre de 2012
Fin
-Es la gran paradoja de las democracias evolucionadas-dice Ibáñez-. Para preservar los derechos de la comunidad... cada vez se prohíben más cosas a los particulares. No fumes, no bebas, no vayas a más de ochenta...
-¿A ti no te parece bien?-dice Nieves-que le hagan bajar del coche a un tipo que está borracho perdido, y que va por ahí como un loco, poniendo en peligro a los demás?
-Yo sólo insinúo que el Estado se excede un poco en su celo por proteger mi vida. A base de tratarnos como a unos seres inmaduros, incapaces de decidir por nosotros mismos, tal vez conseguirá que lo acabemos siendo. A lo mejor es eso lo que le interesa.
-¿Y qué necesidad tienes tú de ir a doscientos?-dice Amparo.
-Yo, ninguna-dice Ibáñez-, lo que me da miedo es que ese celo paternalista, ese decidir por ti lo que es malo y lo que es bueno, se extienda a otros aspectos más ideológicos...
Fin, DAVID MONTEAGUDO
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