Receta: Cómo cocinar un estado de opinión pública que permita a un líder presionar para alcanzar la meta política que el líder ha vendido a esa misma opinión pública como la Tierra Prometida.
Ingredientes: Un puñado de medios de comunicación propios/ Un mensaje victimista fácil de entender/ Un saqueador oficial/ Una promesa de felicidad/ Un instituto de opinión solvente/ Una pregunta de las que obligan a estar a favor o en contra.
Elaboración: Se empieza lanzando durante años un mensaje fácil de entender que diga: «España nos roba». Se lanza ese mensaje en todos los medios de comunicación y se hace repetir insistentemente por los periodistas de las televisiones y radio autonómicas financiadas por el propio Govern. El mensaje básico debe llevar este añadido: «Si Cataluña tuviera el pacto fiscal que Artur Mas reclama a Rajoy, los ciudadanos no padecerían los recortes que ahora sufren». O incluso éste otro: «Si Cataluña se independizara de España, no tendría los problemas económicos que tiene».
Agítese el mensaje por tierra mar y aire, repitiendo mucho el esencial -«España nos roba»- y úsese para explicar el inmenso agujero de déficit dejado en Cataluña por los gobiernos anteriores, teniendo buen cuidado de no culpar a éstos sino directamente al Gobierno de España. Esto último es importante porque, de otro modo, la receta no sale bien.
Una vez alcanzado el punto requerido, encárguese al instituto de opinión dependiente de la Generalitat que haga la pregunta dicotómica: «Si se celebrara un referéndum para decidir la independencia de Cataluña ¿usted qué votaría?». Tras todo un año de maceración, se obtendrá el resultado: un 51,1% dice que votaría favor de esa independencia que tanto bienestar va a traer a los ciudadanos catalanes expoliados por España. Y sólo un 21,1% de valientes se atreve a declarar que votaría en contra de ese bienestar que se incluye de regalo junto al voto.
El plato se sirve bien caliente en la mesa del presidente del Gobierno español para que sepa que, o acepta firmar el pacto fiscal que Artur Mas se sacó de la manga en la campaña electoral, o se enfrentará a un imparable movimiento independentista nacido de las mismas entrañas del pueblo catalán.
Así es como han jugado los nacionalistas de CiU esta partida: creando a base de tenacidad un clima de opinión que, una vez obtenido el sello del 'CIS' catalán, se va a esgrimir políticamente como genuina exigencia popular ante la cual no cabe más que la aceptación o el abismo de un conflicto irreparable.
Hace ya mucho tiempo que esta estrategia está en marcha y no es privativa del señor Mas. Antes que él, Pasqual Maragall y José Montilla se aplicaron con pasión de orfebre medieval a perfilar este dogma falso, pero en el que hoy dice creer la mayoría.
Aunque la realidad es también ésta otra: el 37,3% de los preguntados se siente tan español como catalán. Y el 30,2% más catalán que español, pero también español. A ver si se atreve el señor Mas a pedir de verdad, pero de verdad, a ese 67,5% de ciudadanos que respalden esa independencia que, como amenaza fabricada, pretende esgrimir este otoño ante el presidente del Gobierno de la nación.
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