lunes, 27 de julio de 2009
De las alegrías a destiempo
HERMANN TERTSCH en ABC
Esta mañana, se lo confieso, he estado a punto de llorar como un niño, de pura emoción y alegría, al enterarme de que Francisco Franco Bahamonde ya no es alcalde de Amposta. La ciudad tarraconense le ha quitado -eso es coraje- el cargo de regidor perpetuo y la medalla de oro. En aras de la reconciliación, no exigen a Franco que devuelva la medalla personalmente. Mientras, en Barcelona, otra tropilla de seres sensibles ha pintarrajeado las paredes de numerosas iglesias, con evocaciones de la Semana Trágica de hace un siglo y comentarios poco amables sobre la religión -sobre la católica, por supuesto-. «La única iglesia que ilumina es la que arde» o «La iglesia apesta aunque no arda» -podían haber añadido un «todavía»- son algunas de esas frases estelares del pensamiento aparecidas en paredes de edificios religiosos. La autoría puede intuirse en esa inmensa camada de jóvenes antisistema que ha mamado su fanatismo de las amables y generosas ubres del Ayuntamiento de Barcelona y del tripartito. El fenómeno no es exclusivamente catalán, aunque el socialismo nacionalista y el nacionalsocialismo en aquella región son vanguardia en entusiasmos tan añejos. También en iglesias de Madrid -entre otras, en el Cachito de Cielo en el barrio de Chueca, que reparte cientos de comidas diarias a personas y familias sin ningún recurso- han aparecido carteles insultantes y amenazadoras. Impresos con gran calidad y en multicolor. Es decir, insultos caros. También en este caso se puede intuir que el dinero procede de alguna otra ubre oficial que subvenciona a organizaciones de hinchas de Bibiana Aído. El día que arda realmente de nuevo una iglesia en España, nuestros socialistas antisistema dirán que no se trataba de eso. Y los socialistas demócratas quizá sientan vergüenza por haber tolerado que su partido haya incubado estos huevos de serpiente. Aunque puede ser que antes arda alguna sede empresarial, dado ese giro tan moderno que da ahora la retórica gubernamental. Se resume en una pintada en Barcelona, «Ni iglesia ni capital». Un Gobierno que ha destruido dos millones de puestos de trabajo y en el que apenas algún miembro ha pasado jamás por el mercado laboral ha decidido que los culpables de la catastrófica situación son los empresarios. Los explotadores. Este mensaje tan sofisticado, propio del alcalde de Marinaleda, cala en el escenario de pobreza que se nos avecina. A perfeccionarlo ha debido viajar ahora nuestro héroe Moratinos a Venezuela. Allí, y en Nicaragua, en Bolivia, en Ecuador -Honduras resiste-, tiene éxito el modelo que pronto, cuando se haya consumado en nuestro país la destrucción de la clase media, podría tener aquí su primera cabeza de playa europea. Por eso quienes se alegran en la oposición por el hecho de que el CIS también le otorgue una ventaja electoral se alegran a destiempo. Porque no hay elecciones. Y porque el daño infligido a España en estos años, sin precedentes en tiempos de paz en ningún país desarrollado, tardará en el mejor de los casos una generación en subsanarse.
Menores y crimen sexual
Juan Manuel de Prada en ABC
Decíamos en un artículo anterior que es signo distintivo del Mátrix progre combatir farisaicamente las calamidades en sus consecuencias, después de haberlas alimentado en sus orígenes. Así, ante la floración de delitos sexuales perpetrados por menores durante los últimos meses, el Mátrix progre se ha puesto a debatir con entusiasmo y verdadero gusto sobre la extensión del castigo penal a menores. Castigo que nada resolvería; pues los menores con tendencias criminales se tropezarían con la siguiente disyuntiva: o someterse a la ley, renunciando a la consecución de un placer que previamente se les ha pintado con los trazos más apetecibles; o esquivar la ley, consiguiendo con ello el placer ansiado. La ley penal sólo actúa como freno eficaz cuando la preceden frenos morales previos, arraigados en la moral social. Cuando estos frenos fallan, o simplemente dejan de existir, después de haber sido combatidos como rémoras que obstruyen el culto al placer, los menores emplazados ante la disyuntiva de someterse o esquivar la ley elegirán el segundo camino.
Porque detrás de la comisión de estos crímenes sexuales se extiende toda una red de complicidades. Y sólo se logrará acabar con esa red de complicidades mediante una purificación del ambiente moral. Pero un ambiente moral corrompido no se cambia mediante meras reformas legales; su corrupción tiene que ser atacada en sus orígenes. Y habrá de aceptarse que se conseguirá muy poco modificando las leyes si antes no se vigorizan los fundamentos morales. Si a los menores no se les inculca una moral efectiva, pedirles que respeten normas legales cuyo fundamento moral se les ha escamoteado será tanto como pedirles que resuelvan raíces cuadradas sin un conocimiento previo de las cuatro reglas aritméticas. Es el escamoteo de ese fundamento moral lo que provoca la floración hedionda de crímenes sexuales.
Trece años tenían algunos de los muchachos que en estos días nos han sacudido de horror. A esa edad les reparten condones en las escuelas y les ponderan las delicias de la libertad sexual; a cambio, les dicen que tales delicias sólo pueden alcanzarse si son plenamente consentidas por la otra parte. Pero esta barrera del «consentimiento» se torna absolutamente ineficaz, porque previamente se ha desatado una fuerza arrasadora. El efecto de tratar la sexualidad como cosa inocente y natural, decía Chesterton, es que todas las demás cosas inocentes y naturales se empapan y manchan de sexualidad. Y la sexualidad liberada de tabúes e inhibiciones no tarda en convertirse en pasión putrescente que lo anega todo en su marea.
No estamos en presencia de degenerados nacidos por generación espontánea, sino ante una inmensa trama de degeneración ambiental. Los degenerados natos apenas existen; y, cuando el ambiente moral es contrario a la degeneración y sus frenos son poderosos, sus inclinaciones torcidas pueden enderezarse, o siquiera cohibirse. Fuera de unos pocos casos excepcionales, la degeneración requiere una atmósfera favorable, hospitalaria, nutricia. Si a un menor con inclinaciones degeneradas se le inculca una moral laxa que no acepte otra guía que la consecución del deseo; si se le persuade de que la satisfacción de sus apetitos no sólo no constituye un signo de inferioridad, sino que es prueba de saludable madurez; si se le educa sin ninguna base espiritual, de tal modo que en el prójimo no ve sino un organismo diseñado para la obtención de placer, se inclinará cada vez más hacia lo nefando. Pensará, soñará, apetecerá lo nefando; y acabará perpetrando un crimen. Mientras se escamoteen los fundamentos morales que hacen odioso el crimen sexual, de nada servirá el dique del castigo penal; porque las víctimas de los menores degenerados lo son antes de un ambiente social corrompido.
jueves, 23 de julio de 2009
Panes y peces
La opinión de Ángel de la Fuente en El Periódico de la Catalunya.
Fumata bianca. Tenemos Papa, digo, Acuerdo de financiación, con mayúsculas por supuesto. A juzgar por el alborozo de la prensa y de las fuerzas vivas locales, se trata de un acontecimiento de alcance cósmico, casi comparable a la inminente presidencia europea de ZP. El tema tiene su miga y prometo aburrirles con él a la vuelta de vacaciones. A modo de anticipo, aquí van algunas reflexiones rápidas sobre los 11.172,5 millones de euros que los heroicos negociadores autonómicos han conseguido arrancarle al Gobierno amigo, o no tanto.
Primero, estamos sin duda ante una reedición moderna del milagro de los panes y los peces. Mientras que el Gobierno central ha puesto sobre la mesa 11.172,5 millones, las ganancias que dicen esperar los gobiernos regionales suman bastante más. El nuestro, sin ir más lejos, confía en que el nuevo sistema le reportará unos ingresos adicionales de unos 4.000 millones en el 2012. Puede ser, pero el 2012 queda muy lejos. Para hacer proyecciones de este tipo es necesario hacer supuestos muy arriesgados, especialmente en las circunstancias actuales. Lo que sí se puede calcular sin demasiados problemas (y suma a 11.172,5) es cuánto ganaría cada uno en el 2009 con el nuevo sistema si se inyectasen de golpe en este año todos los recursos adicionales que ahora se anuncian. Nuestra parte de ese pastel asciende a 2.200 millones, más un pico adicional para que nos normalicen más y mejor.
Segundo, el Gobierno central proclama confiadamente que todos estos millones servirán para reducir el déficit de las administraciones públicas. Hombre, seguramente los déficits autonómicos sí, pero tendrá que ser a costa del déficit del Estado, ¿o no? Finalmente, me preocupa la liberalidad del Gobierno amigo porque confirma algo que nuestros avispados líderes regionales siempre han sospechado: que si uno está dispuesto a dar la tabarra que haga falta, Madrid terminará aflojando la mosca. Pero convendrán conmigo que la cosa tiene su peligro. Si basta con dar la tabarra para que te suelten varios cientos o miles de millones, ¿qué necesidad hay de subir impuestos, o de controlar el gasto? ¿Era esto la corresponsabilidad fiscal?
lunes, 20 de julio de 2009
El pagafantas
Ignacio Camacho en ABC
EL pagafantas es un tipo que se pasa la vida tratando de comprar favores para que le quieran. El pagafantas quisiera ser un seductor, pero se queda en un amigo obsequioso en el que las chicas más prácticas confían para que las saque de apuros. El pagafantas siempre está dispuesto a sufragar, como su propio nombre indica, los caprichos de su objeto de deseo, pero el cortejo suele acabar con una cortés sonrisa de agradecimiento. El pagafantas, no obstante, es inasequible al desaliento porque pagar las fantas forma parte de su manera de ser y es el modo que tiene de engañarse a sí mismo y creerse imprescindible.
Zapatero es un típico pagafantas, con la nefasta particularidad de que no paga las fantas con su propio dinero. Va por la política repartiendo mercedes con las que trata de obtener simpatías, prestigio, relaciones, pactos y, en última instancia, votos, y todo el mundo sabe que para obtener cariño siempre tiene dispuesta una chequera que considera inagotable porque ha descubierto que el déficit posee la propiedad aparentemente milagrosa de allanar voluntades. En España ofrece regalos y cheques a los sindicatos, a los cineastas, a los banqueros en apuros, a los escolares, a los papás de bebés recién nacidos y sobre todo a los nacionalistas, que son su pasión incomprendida, su amor inestable, antojadizo y tarambana. En el extranjero abona las cuentas de la Alianza de Civilizaciones, alquila sillas de favor en las cumbres, reparte fondos de cooperación, restaura castillos italianos y dona cúpulas a la ONU. Para su esplendidez no existe la crisis, ni el aprieto, ni la bancarrota; es capaz de cualquier cosa por una sonrisa, por una palmada, por un halago, por un abrazo agradecido o por un sitio preferente en una foto.
Pero donde el pagafantas despliega su pagafantismo más generoso es en la política autonómica. Preso de verdadera ansiedad por el cariño de los nacionalistas, y muy en particular de los catalanes, abre el bolsillo con una largueza dispendiosa. Su permanente disposición para hacerse cargo de cualquier factura se ha convertido en legendaria entre esa clase de políticos manirrotos a los que ningún gasto parece nunca suficiente. Todos han descubierto que el secreto de su prodigalidad consiste en no entregársele del todo, en mantener la expectativa de una seducción inalcanzable; lo exprimen, lo sablean, lo parasitan y finalmente lo chulean. El pagafantas siempre está ahí para recoger la factura, para plegarse a cualquier exigencia, para financiar aunque sea a débito cualquier pretensión a cambio de la vaga promesa de un aserto. Jamás tiene un no, ni siquiera un pero; con tal de hacerse querer es capaz de entrampar hasta las cejas a un Estado al borde la quiebra.
El pagafantas es una ruina, un agujero sin fondo, pero le da igual: vendería -y de hecho vende- hasta lo que no tiene para mantener la remota esperanza de ser amado.
jueves, 16 de julio de 2009
La traducción
La opinión de José Domingo
Un ayuntamiento de Ibiza, gobernado por el Partido Popular, se ha negado a cumplimentar el requerimiento de un Juzgado para que tradujera al castellano la documentación que le remitió en catalán. La Magistrada y la secretaria del Juzgado no son originarios de territorios de habla catalana y desconocen este idioma. Este hecho ha desencadenado una polémica trascendental en la isla y pone de manifiesto, otra vez, el problema de la cooficialidad lingüística en los territorios bilingües.
Los integrantes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos resuelven asuntos procedentes de todos los países de la Unión Europea y no tienen necesidad de conocer la totalidad de los idiomas que en ellos se hablan. Trabajan con un eficaz servicio de traducción, de manera que el órgano judicial no requiere a los países de origen que conviertan los documentos a un idioma comprensible por el Magistrado de turno; sin más, el propio Tribunal lo hace de oficio.
En cambio, en los territorios bilingües españoles, los Gobiernos de las Comunidades Autónomas que tienen transferida la competencia sobre los recursos materiales y personales de la Administración de Justicia ponen un especial celo en que el servicio de traducción no exista o tenga un funcionamiento muy deficiente. Sin servicio de traductores se ahorran una importante partida económica y trasladan la responsabilidad a jueces y magistrados. La Ley Orgánica del Poder Judicial no obliga estos profesionales a conocer los idiomas autonómicos, si bien, sus conocimientos son valorados cono méritos en los concursos de traslado. Ello tiene su lógica, a la vista de que la movilidad judicial por toda España es muy frecuente y si se cambiase la normativa y los jueces tuvieran el deber conocer los idiomas cooficiales, en Cataluña, por ejemplo, los operadores judiciales tendrían que saber, además del castellano y del catalán, el aranés, puesto que este idioma es también oficial en Cataluña. En el fondo, la no potenciación de los servicios de traducción por parte de los Departamentos Autonómicos tiene como finalidad reservar para los jueces más próximos los puestos de trabajo. Parece como si los poderes autonómicos estuviesen interesados, fundamentalmente, en controlar el poder judicial y no la independencia. Para ello, los requisitos lingúísticos son un instrumento adecuado para seleccionar.
Hace pocos días, el Senado pagaba a traductores para dar satisfacción a los políticos que se expresaban en lenguas distintas al castellano. Me parece un exceso innecesario cuando hay una lengua de conocimiento común para todos los españoles. Esa forma de gastar nuestros dineros deja bien claro el orden de prioridades que marcan los programas de algunos responsables políticos. Por el contrario, a los jueces y magistrados se les hurta ese derecho por las Comunidades Autónomas cuando debieran estar especialmente interesadas en facilitarles las tareas. La nueva financiación autonómica dedica una partida a los procesos de normalización lingüística; sería conveniente que los Gobiernos autonómicos impulsasen eficaces y rápidos servicios de traducción que eviten el peregrinaje de los jueces a la búsqueda de un traductor en los pasillos del juzgado o demandarlo a la Administración afectada.
miércoles, 15 de julio de 2009
Elogio de José Tomás
Juan-José López Burniol en El Periódico de Catalunya
Vi toros por vez primera --con 6 ó 7 años-- en una plaza portátil instalada nada más y nada menos que en Vic. Desde fines de los años 50 frecuenté, siempre con mi padre, la Monumental de Barcelona. Recuerdo, de entonces, a Paco Camino alternando como novillero con Victoriano de la Serna hijo, y a Antonio Borrero, Chamaco, fenómeno tan intenso como breve. En los años 60, vi a una larga serie de diestros: Antonio Bienvenida, Luis Miguel, Ordóñez, Julio Aparicio padre, Miguelín, Curro Romero, Puerta, Camino, El Viti y tantos más. En los años 70, ya sin mi padre, siguió la racha con Paquirri, Palomo Linares, Galán, Manzanares padre. Y, tras un intervalo de más de una década, retomé la afición a finales de de los años 90.
He asistido a festejos en Barcelona, Madrid y otras plazas, según los vaivenes profesionales de mi padre y míos. He visto desde siempre los cuatro primeros tomos del Cossío en casa de mis padres, y leí en tiempos literatura taurina del más diverso pelaje. Les digo todo esto solo para dejar constancia de que los toros están fuertemente imbricados en mi vida y lo que es más importante en mi lenguaje: muchos de los modismos que uso a diario son taurinos.
De ahí que sienta una profunda gratitud por José Tomás, que ha llenado de nuevo la plaza de Barcelona, con su valor, su arte y su entrega. Lo que me permitirá recordarla así, en una tarde de plenitud, cuando llegue --si llega-- el día de su cierre forzoso. Y, si es así, no me quejaré. Callaré. Solo exclamaré para mis adentros, pensando en un partido político: "Tu quoque?" ( tú también?). Y lamentaré --pensando en un país-- que el impulso magnífico de su afirmación se realice, a veces, negándose un poco --una mica-- a sí mismo. Pero así es la vida.
martes, 14 de julio de 2009
Ya llega, ya llega
Victoria Prego en El Mundo
En plena agitación de examen y cálculo sobre el modelo de financiación y su traducción en millones de euros para cada comunidad autónoma, el otro gran asunto que aún colea en este final de curso podría estar a punto de despejarse definitivamente. Hoy se reúnen en sesión plenaria los magistrados del Tribunal Constitucional para examinar la tercera, y esperemos que última, propuesta de sentencia -ya muy adelgazada en páginas porque se le ha quitado la mayoría de las citas de jurisprudencia- sobre la totalidad del Estatut, y hay que esperar que a partir de hoy se despeje la gran incógnita pendiente: cuándo se le va a dar por fin matarile al calvario jurídico y político en que se ha convertido esta sentencia de nunca acabar.
Lo que es seguro es que el esperadísimo fallo del TC no va a estar listo para cuando el presidente del Gobierno comparezca ante el Congreso, en torno al día 20 de julio. Por una cuestión estética más que nada: sería una chirigota que el Alto Tribunal hubiera estado esperando a que el Gobierno cerrara la negociación sobre financiación autonómica para presentarse inmediatamente después con la sentencia en bandeja como ofrenda a Zapatero. Eso no va a pasar, pero lo que sí es muy probable es que antes de que acabe julio sus señorías hayan por fin alcanzado un pacto.
La médula de las deliberaciones ha seguido invariable en su espíritu, de modo que se mantiene la información de que la sentencia va a dejar el Estatut en algo parecido al agua de borrajas porque, aunque en el fallo va a haber pocos preceptos declarados abiertamente inconstitucionales, habrá una enormidad de artículos que, a su paso por los fundamentos jurídicos, van a perder su virulencia.
En muchos casos -los más- y para no tener que declarar inconstitucionales un montón de preceptos, se va a hacer decir al Estatut lo que no dice o, al menos, lo que no quería decir, y se va a interpretar que el artículo equis dice algo que en realidad no se desprende de la letra del precepto ni tampoco se podría inferir de la voluntad expresada infinidad de veces por los redactores del Estatuto dentro y fuera del Parlament o de las Cortes Generales.
En otro puñado de casos, el artículo se va a convertir en inocuo porque a su redacción se le va a añadir la afirmación de que «este precepto no obliga al Estado»; con lo cual, ponga éste lo que ponga, resultará irrelevante.
Y en un tercer grupo de artículos se va a afirmar que el precepto es constitucional «siempre que se salven las competencias del Estado». Ésta es la repetición del famosísimo recurso en el que se refugiaron en 1979 los negociadores gubernamentales de los primeros estatutos vasco y catalán, que literalmente trufaron sus respectivos articulados con la coletilla «sin perjuicio de». Sin perjuicio de las competencias del Estado. Tres humildes palabritas que lograron, ellas solas, levantar una sólida empalizada de protección de la acción estatal en la gobernación de España. El Constitucional va a repetir ahora la fórmula.
Si las posiciones de los magistrados no dan mañana en el Pleno un vuelco inesperado, esto es lo que va a suceder con todas y cada una de las materias importantes del Estatut, porque éstos son los criterios que en esta tercera propuesta de sentencia - que en eso no varía en nada respecto de la anterior- se van a aplicar sistemáticamente a su articulado.
Pero hay excepciones. Hay casos en que el precepto ha salido tan tozudo y tan imposible de interpretar o de retorcer que sus señorías no han tenido más salida que llevarlo al fallo y declararlo directamente inconstitucional.
Van al fallo, por ejemplo, los artículos 90 y 91 sobre las veguerías, que hacían desaparecer las provincias y privaban de competencias a las diputaciones. La explicación del intento de cambiar provincias por veguerías es que la regulación de los recursos asignados a las provincias y sus entes locales corresponde al Estado en exclusiva.
Si las provincias desaparecieran en Cataluña, desaparecería también el control organizativo y presupuestario del Estado sobre todo el territorio catalán, que pasaría a estar bajo el control de la Generalitat. Eso es lo que quería el Estatut, y eso precisamente va a ser declarado inconstitucional sin paliativos.
Va también al fallo la creación del Consejo del Poder Judicial de Cataluña con las competencias que el Estatuto le otorga y, en general, todo el capítulo relativo a la Justicia.
Va al fallo, por inconstitucional, la pretensión de que el Parlament establezca los tributos locales, algo que corresponde al Estado.
En materia de financiación hay, sin embargo, muy pocas cosas más que se declaran inconstitucionales. Habrá que ver cómo interpreta el tribunal esa parte del Estatuto.
Nada de lo relativo a la lengua va al fallo. No iba en el segundo borrador y tampoco va en el tercero. También en este caso habrá que leer atentamente los fundamentos jurídicos para ver si el Constitucional hace, o no, una traducción del articulado que lo prive parcialmente de su fuerza.
El truco que esconde esta sentencia es evidente: consiste en decir sí en apariencia a lo que está diciendo no en realidad. De modo que tiene algo de timo, un timo que, sin embargo, podría permitir a los políticos catalanes vender como un éxito lo que previsiblemente acabe siendo todo un varapalo.
La sentencia tiene otra pega, y es que va a crear un campo inmenso de inseguridad jurídica. Las sentencias están para resolver conflictos, pero ésta va a multiplicarlos porque no deja las cosas claras. Como no expulsa ningún artículo del ordenamiento jurídico, sino que los deja todos dentro, permitirá que el Estatut se siga aplicando entero, lo cual va a generar recursos a go-gó. Seguro.
Por lo que se refiere a la posición de los 10 magistrados que han de emitir su voto -nueve más la presidenta-, algunos de los más renuentes asumen ya que, interpretado de esta manera, el Estatut deja de representar un peligro para el Estado, así que no se oponen. Por eso la relación de votos está a punto de llegar al 6-4 a favor de la sentencia tal y como está en la última propuesta. Y, apurando las cosas, incluso podría alcanzar el 7-3. Pero si ahora se produjera un vuelco que nadie quiere y se retrocediera hasta el empate del 5-5 -una proporción que convertiría la sentencia en un escándalo-, la presidenta del Constitucional prolongaría los debates hasta más allá de agosto para evitar que fuera su voto de calidad el que decidiera el fallo. Y tendría razón, porque no sería de recibo que, después de tres largos años, un asunto de esta envergadura acabara sustanciándose por los pelos.
María Emilia Casas ha invitado a todos los magistrados el día 29 a una copa de fin de curso. ¿Será verdad que sus señorías se van a ir de vacaciones con los deberes terminados? Cuando acabe el Pleno de hoy podremos aventurar fechas.
sábado, 11 de julio de 2009
Desaprender España
Tomás Cuesta en ABC
NO les falta razón a aquellos que proclaman que, hoy por hoy, «a hores d´ara», el catalán anda pachucho, tirando a agonizante. El «vaso de agua clara» (Pemán «dixit») del que bebieron Riba y Pla, el inmenso Carner y el mundano Sagarra, se ha convertido en una jerigonza turbia que infaman al unísono los medios de comunicación de mesas (no de masas, puesto que se sustentan, pitas, pitas, a costa de las dádivas) y la reala intonsa de los politicastros. Por no mentar a los supuestos portavoces de una «sociedad civil» de pega que es, en realidad, de paga. O a los pigmeos que emborronan la estafilla literaria. El catalán -que siguió siendo una lengua de cultura a contrapelo del régimen de Franco- ahora es un aval de adhesión inquebrantable ante los que gestionan el cupo de poltronas y la plantilla de sumisos funcionarios. Cualquiera puede llegar a «president» (ahí tienen a Montilla, que es un ejemplo irrefutable) sin saber si la utilización del partitivo es una herencia del bantú o del occitano. Por contra, los que aspiran a una plaza de ordenanza, tienen que ser capaces de salir a la pizarra a dar cuenta del cómo, el cuándo y el porqué las vocales son abiertas o «tancadas».
En cualquier caso, el objetivo de la funesta Ley de Educación que viola a conciencia (de hoz y coz, «pel devant i pel darrera», por detrás y por delante) los derechos que asisten a los ciudadanos, no es remediar la decadencia del idioma vernáculo a costa de arruinar el castellano. Lo que persigue es transformar en zombis (o en robots; cualquier inversión en I+D está justificada) a las generaciones venideras. Formatear la respuesta emocional de los votantes del mañana. De ahí, que con independencia del pedigrí de cada cual y de que haya venido al mundo en Mollerusa o en Córdoba la llana, todos quienes atracan -¡y vaya que si atracan!- en el embarcadero de la Plaza de Sant Jaume pretendan liquidar la libertad administrando ideología en vena y filología en cápsulas. «Per collons» y por las bravas, que nadie se llame a engaño. Lo esencial es que la identidad se vea reforzada y no contaminar la estupidez de «casa nostra» con inopias foráneas. A fin de cuentas, y aunque Rodríguez Zapatero se esfuerce en abolir las diferencias entre los zotes de solemnidad y los molondros carentes de pompa y circunstancia, en el terreno de las aulas todavía hay clases. «Els joves catalans», dentro de pocos años, tendrán el privilegio de ser analfabetos redoblados. Ni podrán descifrar un soneto de Foix («Sol, i de dol, i amb vetusta gonella...»), ni sabrán qué demontre significa diantre. ¡Analfabetos redoblados, casi nada! En Extremadura, en cambio, deberán conformarse con el título de analfabetos redomados. Y aún nos deberían dar las gracias.
Si es cierto que el catalán se encuentra en baja forma también es obvio que la burricie a espuertas y la ignorancia a saco no le ayudarán a superar el trance. En cuanto a la campaña de depuración lingüística que promueven Montilla y sus secuaces, es un empeño estéril, amén de una falacia. Lo que corre peligro en Cataluña no es el español, que se defiende solo, sino la propia España. Fomentar el rencor, falsificar la historia, atizar el desdén, minar la tolerancia... O sea, aprender de cabo a rabo a desaprender España. Asignatura obligatoria -obligadísima- pese a que no aparezca en los temarios.
jueves, 9 de julio de 2009
Los herejes imprescindibles
Fernando Savater en El País
En los primeros tiempos del cristianismo, cuando la ortodoxia aún no estaba definitivamente establecida -si es que lo ha estado alguna vez- y abundaban las vehementes discrepancias, algunos padres de la Iglesia más imaginativos solían asegurar: "oportet et haéreses esse" (o sea, que conviene que haya herejías). Ellos lo decían suponiendo que refuerzan la fe, pero también podríamos afirmarlo si creemos que los herejes sirven para espabilar a los creyentes y hacerlos más reflexivos, menos simplistas en sus dogmas. A quien le incomodan las perplejidades porque turban su placidez sectaria, los herejes sólo le despiertan ansias inquisitoriales y exterminadoras; pero a los capaces de pensar por sí mismos, aunque guarden fidelidad a su familia ideológica, los herejes les ayudan a conocer mejor las razones, los límites y sobre todo las posibles alternativas razonables de su compromiso.
La desenfadada herejía de UPyD es la clave de su notable éxito y la causa de incomprensiones
Algunos residuos quedan del franquismo en la política española y el peor de todos es la tendencia a la "adhesión inquebrantable": los míos son los míos, con razón o sin ella. Se elige un campo y se adopta una ceguera voluntaria contra cuanto puede cuestionar su excelencia, por verosímil que resulte. O somos o no somos: y claro, somos... ay. Al votante indeciso se le ofrece ante todo la certidumbre de la maldad del adversario y se le insta a que no suscite peligrosas dudas sobre la línea seguida por los "buenos": eso es hacer el juego al enemigo. Los intelectuales orgánicos de cada bandería tampoco se salen del guión, los unos denostando a la derecha corrupta y explotadora como única reflexión política de la que se sienten capaces, mientras los otros siguen dando lanzadas a la Mátrix progre por ellos imaginada como punching ball, para no calentarse más el caletre. En este campo, los herejes son perturbadores porque encierran la tentación de introducir variables no contempladas por la ortodoxia. No rechazan en bloque la fe aceptada, pero la cuestionan en ciertos aspectos y apuntan perspectivas interesantes que pertenecen a la tierra de nadie, aún inexplorada. Por eso resultan convenientes y yo diría que hasta imprescindibles salvo para los discípulos de Torquemada.
La desenfadada herejía representada por UPyD en nuestro panorama político ha sido probablemente la clave de su notable éxito y también causa de incomprensiones o malentendidos. Incluso ha aparecido una especial tribu mediática, encargada de prevenir a la población contra los males que pueden derivarse de la propagación pandémica de la gripe herética. Esta tribu tiene dos clanes: los del Oso Gubernamental advierten a los distraídos que UPyD es de derechas (para los más exagerados o en busca de aumento de sueldo, incluso deextrema derecha), aunque ocasionalmente apoye medidas semejantes a las de la izquierda; los del clan de la Mofeta Popular, en cambio, proclaman el íntimo y astuto izquierdismo de los seguidores de Rosa Díez, que se oculta bajo la piel de cordero de la defensa de la unidad nacional. Algunos no retroceden ante las declaraciones más subidas de tono: por lo que yo conozco se lleva la palma -justicia poética- un columnista balear que, asombrado por la pervivencia de los herejes, decidió la medida extrema de leer su programa y descubrió con lógico sobresalto que su ideario económico es neocomunista. Y concluye: "Les votan porque no les conocen". No faltan los que, antes de cada convocatoria electoral, se indignan contra UPyD por querer ir solos por la vida y robar votos a los demás, para después reprocharles que no han obtenido tantos como debieran para desbancar a quienes a ellos les molestan. En fin...
Pero lo más interesante de estas críticas, pintoresquismos aparte, es que revelan muy bien el funcionamiento de la mentalidad ortodoxa contra la herética: se denuncia como escandaloso tratar los asuntos políticos y sociales cada cual por sí mismo, objetivamente, en lugar de encuadrarlo en una global "forma de pensar" estereotipada de derechas o de izquierdas. Por lo visto, así no vale. Cada cuestión suscitada por la realidad que vivimos no debe ser meramente afrontada según un realismo neutro que prescinde de opciones previas, sino encuadrado en una inacabable lucha por el poder de ellos contra nosotros. Lo que de veras importa no es solucionar los problemas sino quién va a rentabilizar la solución o, aún mejor, quién va a cargar con la culpa humillante de que no se solucione. Antes de permitir que sea el preboste enemigo quien inaugure el puente, mejor que la gente se ahogue al tratar de vadear el río: eso les hará perder votos... Y quienes no compartan este edificante esquema no pueden ser más que traidores emboscados o herejes merecedores de la hoguera.
Sin embargo, anima comprobar que hay cada vez más votantes deseosos de herejías constructivas. Se está viendo, por fortuna, en el País Vasco. Aquellos primeros y denostados herejes de Basta Ya -uno de los antecedentes de UPyD- que en su momento y durante mucho tiempo después defendieron la cooperación de urgencia entre socialistas y populares para configurar una alternativa constitucionalista al nacionalismo, que abogaron siempre por la exclusión de los violentos y quienes les apoyan de las instituciones para no falsear la democracia, que realizaron manifestaciones encabezadas por las víctimas antes que por los políticos, etc... no debían de estar del todo equivocados. Su lección fue aprendida incluso por quienes con más vehemencia la cuestionaron y hoy ya las cosas cambian que da gusto verlas. Quizá no siempre, pero a veces la herejía es eficaz. Lo cual no impide que siga siendo necesaria, como demuestra que Gorka Maneiro, el parlamentario de UPy D, se haya quedado solo en el Parlamento vasco votando contra la unánime aceptación por parte de todos los demás grupos del blindaje de los privilegios que derivan de los anacrónicos derechos históricos...
Tras primero escandalizarse por sus heterodoxias, algunos restaron luego mérito a Voltaire diciendo que no eran más que tópicos de sentido común: "Es un maestro en decir bien lo que todo el mundo ya sabe", comentó una señora. A UPyD le pasa algo parecido, que a fin de cuentas sus herejías decepcionan a los exquisitos porque son puro sentido común. ¡Qué le vamos a hacer! No es más que sentido común denunciar que en ciertas autonomías haya dificultades -las que sean, la mínima ya es intolerable- para educar o realizar actos administrativos en la lengua común del Estado. Y es mero sentido común señalar que el bilingüismo puede ser en su caso un loable deseo pero nunca un objetivo obligatorio al que supeditar otros intereses, educativos o sociales. No hace falta más que sentido común para considerar una mascarada denigrante el espectáculo del Senado reunido con traductores y pinganillos en la oreja para entenderse entre españoles que comparten precisamente para eso una lengua constitucionalmente reconocida. Y defender el derecho a que la educación pública explique valores cívicos que no son de ningún partido porque ya están vigentes -como la tolerancia ante diversas opciones sexuales, el laicismo efectivo, etc...- también es mero sentido común. Raros tiempos los nuestros, en que para sentar plaza de herejes basta con pensar con toda la cabeza y no sólo con media.
Muy bien, me dirá alguno, pero entonces, si la herejía es tan imprescindible... ¿para cuándo la veremos también en UPyD? Bueno, hombre, somos aún jóvenes y tiernos, déjenos crecer un poco. Pero en último término, respondo por mi parte lo mismo que el torero al que elogiaron diciendo que ya sólo le faltaba morir en el ruedo: se hará lo que se pueda...
Tras el español, prohibirán los toros
Una columna de José García Domínguez
Resulta que la secular querencia taurina de Cataluña ha dado en salir del armario a borbotones al socaire de ese cóctel de esnobismo populista y devoción laica que en todas partes suscita José Tomás. De ahí, sin duda, la irritada diligencia con que el Parlament tramita la ley que prevé expulsar a la Fiesta Nacional de la nació por las bravas. Total, si ya han prohibido la lengua impropia ¿por qué no eliminar de paso la tradición impropia, ese bárbaroinjertoimpuesto por Madrit que responde por tauromaquia?
Sin ir más lejos, es decir no yendo muy allá, eso predica la independentista Pilar Rahola, inopinada musa de los nacional-taurófobos domésticos. Así, al ignaro modo, un desencuentro ético a cuenta de humanos y otras bestias ha acabado transmutarse en falsa querella identitaria, otra más. Pues, como es fama, quienes festejan el Correbou de Cardona, al igual que cuantos participan en esos dos centenares largos de encierros que al año se celebran en Cataluña, todos, sin excepción, resultan ser oriundos de Australia. Y es que, desde tiempo inmemorial, los hereus y pubilles autóctonos aprovechan esas fiestas locales para recogerse en sus hogares y profundizar en el estudio de Kant y Schopenhauer en discretos seminarios privados.
Compréndase, pues, la atónita perplejidad que asaltó a nuestra activista ante lo nunca visto: nada menos que una corrida de toros en La Monumental. Llegado "con aires de conquista", "decidido a plantar la bandera de una fiesta cruel y obsoleta", presto a lanzar "un reto a la sociedad catalana", hubo de clamar contra José Tomás la airada republicana desde La Vanguardia del Grande de España. Y pensar que tan pronto como el 25 de julio de 1835 se celebró la corrida más esperada de aquella temporada en Barcelona. Que el festejo resultó un fraude para la afición (los toros, muy flojitos, se caían). Que cientos de catalanes, irritados por la falta de trapío de aquel ganado, se dirigieron entonces al centro de la ciudad y quemaron la iglesia de La Merced, el convento de San José, el de los Carmelitas Descalzos, el de los Dominicos y el de los Agustinos. Que el día acabó con dieciséis curas asesinados... Y que la Rahola aún no se ha enterado.
domingo, 5 de julio de 2009
Lección de democracia
Francesc de Carreras en La Vanguardia
La sentencia del Tribunal Europeo sobre si la ilegalización de Batasuna por la justicia española era adecuada al Convenio Europeo de Derechos Humanos, pone fin a un ciclo de lucha policial y judicial contra ETA que empezó con el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, más conocido como Pacto Antiterrorista, que suscribieron el PP y el PSOE el 8 de diciembre del año 2000. Un paso más en el desarrollo de la filosofía de este Pacto fue la Ley de Partidos de 27 de junio de 2002 y, en aplicación de esta ley, las sucesivas ilegalizaciones de aquellos partidos que no condenaban la violencia en el País Vasco porque, evidentemente, formaban parte de la trama terrorista.
La clave de esta ley de partidos y de las sentencias subsiguientes la había dado unos años antes el juez Baltasar Garzón al considerar, en procesos penales ante la Audiencia Nacional, que la banda terrorista ETA no estaba formada sólo por quienes empleaban directamente la violencia política sino también por aquellos otros que le daban apoyo implícito, tanto desde un punto de vista social – por ejemplo, determinadas asociaciones y medios de comunicación – como político, es decir, los partidos que no condenaban sus atentados. Terroristas, pues, eran todos aquellos justificaban, incluso por abstenerse en la condena, la violencia como medio de acción política. Desde muy distintos ángulos se consideró que esta ley vulneraba principios democráticos básicos, especialmente las libertades de asociación y expresión, así como el pluralismo político. Hasta esta misma semana, muchos sostenían que la democracia en España, por esta causa, era de de mala calidad.
Pues bien, como era de esperar, la sentencia del Tribunal Europeo ha dado un carpetazo al debate. En el plano de las ideas, todo es defendible, aun lo más opuesto a la legalidad democrática. La ley de partidos no pretende ilegalizar idea alguna y ello está muy claro en su texto; pero los medios a emplear para defender estas ideas deben ser conformes a los grandes valores de la tolerancia y el respeto a los derechos de los demás. El terrorismo es lo contrario a estos grandes valores: trata de infundir el miedo en una sociedad para que los ciudadanos actúen sin libertad atemorizados por la amenaza constante de acciones violentas. Hitler hizo lo mismo en Alemania inmediatamente después de alcanzar el poder.
La clara y contundente argumentación de la sentencia es una auténtica lección de democracia en su sentido fuerte. “El comportamiento de los políticos engloba no sólo sus acciones o discursos sino también, en ciertas circunstancias, sus omisiones o silencios, que pueden ser equivalentes (…) a un apoyo expreso”. En otras palabras, la no condena del terrorismo es también terrorismo. La frase es demoledora para quienes han sostenido que nuestra democracia era de mala calidad a causa de la ilegalización de Batasuna.
sábado, 4 de julio de 2009
Los montillas catalanes
Edurne Uriarte en ABC
A estas alturas, ya no me sorprende el fanatismo lingüístico de los nacionalistas. Ha sido sobradamente analizado y diseccionado. Los nacionalistas catalanes persiguen al español, se saltan las leyes y desobedecen sentencias judiciales porque consideran el catalán la esencia de su identidad, de su diferencia, de sus derechos étnicos. Y, además, la base de sus privilegios y de su poder. Son fanáticos con causa y con intereses. Los que sí me siguen sorprendiendo son los esclavos voluntarios de ese fanatismo.
Los cientos de miles cuya lengua de comunicación es el español, la mayoría de los ciudadanos de Cataluña, y que, sin embargo, apoyan a los partidos responsables de las leyes del fanatismo lingüístico. En contra de su causa y de sus intereses.
Y es que hay algo incontestable en la nueva Ley de Educación catalana y en otras tropelías cometidas por las instituciones de esa comunidad. Que son plenamente democráticas, al menos en cuanto a sistema de decisión y juego de las mayorías y minorías. Han sido aprobadas por una amplia mayoría de los partidos y refrendadas en las urnas una y otra vez. Por un electorado catalán lleno de Montillas, ciudadanos cuya lengua es el español, que ni son nacionalistas ni fanáticos, pero aceptan gustosamente las imposiciones fanáticas. Hasta las lideran, si hace falta, y no hay más que ver a Montilla, el más nacionalista entre los nacionalistas.
Y éste no es un problema de la política o de la democracia, sino de la psicología. De la fuerza de unos valores sociales y de unos modelos de éxito en los que los ciudadanos «de segunda», hijos y nietos de inmigrantes, o los más miedosos, o los más susceptibles a la presión nacionalista, se apuntan gustosamente al fanatismo para integrarse. Formar parte de los triunfadores, aunque sea a costa de uno mismo y de sus intereses. Esa es la tragedia de los Montillas catalanes.
viernes, 3 de julio de 2009
La manía de pensar
Joan Barril en El Periódico de Catalunya.
El PSC tiene un problema. En realidad, todos los partidos tienen en estos momentos más de un problema. El primero de ellos: la escasa influencia que mantienen con el tejido social. Los partidos pasaron de ser asambleas de ciudadanos lúcidos a convertirse en meros clubs de fans de los dirigentes. Hoy, privados de dirigentes de categoría, incluso los clubs de fans han desaparecido y los partidos políticos son meras agrupaciones de personas que tienen en el servicio al partido la garantía de su propia estabilidad profesional. Cuando el partido está en el poder, la vida del militante es un largo río tranquilo. Cuando, por el contrario, su poder ha de compartirse con otros partidos y las victorias futuras se ven cada vez más difíciles, entonces a los militantes les da por blindarse y desautorizar a sus críticos interiores.
Ese sí que es hoy por hoy un problema específico del PSC. A la hora de los votos se recurre al club de fans. Pero a la hora de las dudas y la falta de empuje, los pequeños poderes del PSC no dudan en pasarse por el forro esa libertad de tendencias que siempre ha caracterizado a la socialdemocracia europea y que constituía uno de sus grandes atractivos.
Si damos por supuesto que la socialdemocracia es la ideología de la razón, ¿por qué de pronto el debate intrapartidario del PSC ha desaparecido? ¿Qué ha sucedido para que desde dentro del partido se haya preferido construir una ciudad de vacaciones mentales antes de acometer el improbable riesgo de animar una lluvia de ideas en tiempos de sequía? Al fin y al cabo, ¿no es precisamente ahora, cuando el socialismo catalán se encuentra preso de la triple tenaza de unos socios incómodos, de un Zapatero frívolo y de un descrédito creciente, cuando se necesitan diagnósticos y remedios?
Y en eso llega Mascarell a advertir que algo se está rompiendo entre el PSOE y el PSC. Lo malo no es el diagnóstico, porque más o menos eso ya fue dicho en su día por Iceta y por el propio Montilla. Lo malo es que lo diga alguien a quien, como tantos otros, la exigua dirección de Nicaragua mandó al purgatorio a condición de no regresar jamás. Para desautorizar a Mascarell se ha elegido a Joan Ferran. Una lástima, porque una de las mejores virtudes de Ferran es la ironía, y en su respuesta esa fértil ironía se ha perdido. Dijo que el exconseller Mascarell ya solo es un ateneísta. En efecto, Mascarell es vicepresidente del Ateneu Barcelonès, pero Ferran y los suyos aún creen que estar en la cúpula de un partido es algo moralmente superior a ser miembro del Ateneu.
Esa es una variante del problema pesecero. El movimiento obrero de hace un siglo se ennobleció precisamente creando ateneos y lugares de debate. Un Ateneu se llama así en honor del templo de Palas de Atenas, la que fue diosa de la guerra hecha con inteligencia, de la paz y de la sabiduría progresiva. No es casual que a la sombra de sus columnas se encontraran filósofos y poetas para intercambiar ideas. Según el teorema de Joan Ferran, partidos y ateneos ya son incompatibles. Si Ferran le niega capacidad política a Mascarell, parece lógico que el Ateneu le dé la espalda a Joan Ferran y a lo que representa.
No ha gustado la profecía de Mascarell en Nicaragua. En vez de pensar, se ha ido a desautorizar. ¿Cuánto tiempo hace que el PSC, antiguo ateneo de intelectuales, no dice lo que piensa? O tal vez no es ese el problema. Tal vez el verdadero problema del PSC es que hace tiempo que ha perdido el hábito de pensar, porque ahora lo que toca es sobrevivir.
miércoles, 1 de julio de 2009
Tiempos de dolor
Fernando Savater en Diario Vasco.
Por supuesto, vivimos tiempos de dolor. No hay que esperar al futuro para padecerlos, como augura Alfonso Sastre en su artículo de Gara («La prosa y la política», 21-06-09) en el caso de que no se dialogue con los terroristas de ETA, sino que vienen del pasado, desde hace décadas y aún perduran. Los últimos que pueden atestiguarlo son la viuda y los hijos del inspector Puelles, así como tantos que hemos compartido su desdicha injusta. Los tiempos de dolor no vienen, sino que aún desgraciadamente no se van. Pero todo se andará, todo se andará... Si su edad se lo permite, como le deseo, aún puede asistir Sastre a unas cuantas sorpresas históricas.
Es curioso que Sastre hable de prosa y política en su artículo, aunque en la primera nunca ha destacado y en la segunda desgraciadamente sí. Alfonso Sastre pertenece a una generación de prosistas políticos que inventaron y practicaron una «nueva lengua» como la descrita por George Orwell en 1984. En ella, «revolución» equivale a «guerra civil», «dictadura del proletariado» a «dictadura sobre el proletariado... y las demás clases sociales», «justicia» a «ajusticiamiento» y «ajuste de cuentas», «comunismo» a «administración burocrática de la miseria», «antifascismo» a «antidemocracia»,etc... En el caso vasco, esta nueva prosa llama «lucha armada» al terrorismo, «pueblo vasco» a los separatistas-carlistas-guevaristas, «ejército del pueblo» a quienes asesinan traicioneramente a hijos del pueblo, «negociación» o «diálogo» a ceder a los terroristas las ventajas políticas que no podrían nunca obtener en las urnas para así conseguir su malévola benevolencia, «fuerzas represivas» a quienes nos defienden a la mayoría de los vascos contra los matones que tratan de imponernos su dictadura, «presos políticos» a los que en lugar de hacer política parlamentaria intimidaron y asesinaron a los políticos que les llevaban la contraria, «buscar la paz» a imponer por la violencia sus ideas, etc... Sí, es muy interesante la relación entre prosa y política. Y también la complicidad entre cierto discurso izquierdista y las peores abominaciones políticas del pasado y del presente. ¡Qué mal huele ya el 'honor' intelectual de nuestros 'progres' más 'retros', en Cuba, en Venezuela, en el País Vasco, por doquier!
No, los tiempos que se avecinan no van a ser como esperan y desean Sastre y su piara criminal: por decirlo de una vez y con orgullo, no hemos luchado contra ellos en vano. Poco a poco, con demasiadas bajas y sufrimiento, vamos ganando (por cierto, el primer triunfo es que ya nadie pone en duda que tendrá que haber vencedores y derrotados en esta contienda). Nada tiene que ver esta satisfacción con el 'odio' que preocupa a Urkullu y otra gente del PNV: odiar ciertos comportamientos y ciertas ideas políticas detestables forma parte de la salud mental a la que uno aspira. En cambio odiar a las personas es una pérdida de tiempo: entre mortales, ya se sabe que es mejor atenerse a la ironía y la compasión. Pero al menos en una cosa tiene razón el abominable señor Sastre: aún nos queda demasiado dolor por delante. No tanto como si consintiéramos que ganasen los suyos, pero todavía mucho más del que nos gustaría. De modo que hay que tomar precauciones... para poder seguir la necesaria lucha.
Un paso en el buen camino ha sido reconocer que víctimas no son sólo las que han sufrido un atentado, sino todas las personas que por mantener sus ideas y su compromiso con las libertades democráticas padecen amenazas. O sea, las que ven limitados sus movimientos, cortocircuitada su vida familiar o social, dificultado su empeño laboral, etc... por culpa de los voluntariosos y abnegados asesinos de los que Alfonso Sastre es vendedor a domicilio. Algunas de estas víctimas no han podido aguantar más y han tenido que irse de Euskadi: Iñaki Arteta les ha dedicado un documental imprescindible (aunque haya recibido menos reconocimiento que La taberna fantástica porque vivimos en un mundo injusto). Hasta que no vuelvan si lo desean y voten si y cuando y a quién les apetezca, nuestro País Vasco -al que tantos aman de modo virtual y selectivo y tan poquitos de modo incluyente y eficaz- será una falsificación para disfrute político de separatistas retóricos y oportunistas prácticos.
Pero otras de esas víctimas siguen aquí, en el País Vasco, aguantando el tirón. Y digamos claro y alto que su resistencia es la que nos resulta hoy y mañana más imprescindible. Si ahora tenemos una alternativa gubernamental efectiva al nacionalismo es porque no todo el mundo se fue... incluso aunque tuviera razones perfectamente justificadas para haberse ido. Esa gente, levadura que sigue activa en nuestra tierra a pesar de los pesares, debe ser no sólo protegida sino me atrevo a decir que también mimada. Suelen compartir una característica: llevan escolta. Todos los que gozamos de ese imprescindible pero agobiante "privilegio" conocemos cuánto limita la vida y aumenta el estrés. De modo que sería muy oportuno, como reconocimiento efectivo y no sólo declamatorio a esas víctimas hasta hace poco ignoradas, mejorar y aliviar en lo posible la carga permanente de la escolta. Especialmente, en el caso de quienes llevan escoltas privados, aunque dependan del Ministerio del Interior o del Departamento de Interior Vasco.
Sería muy deseable que todos esos escoltas no estuviesen sometidos a asignaciones más o menos caprichosas de servicio, según las preferencias políticas de las empresas privadas que lo gestionan. Y que mantuviesen una relación directa laboral con el Departamento Vasco de Interior, sin la intermediación no siempre positiva de la empresa privada de seguridad. En muchos casos, interesarse de verdad por las víctimas amenazadas cotidianamente puede pasar por revisar sus condiciones de escolta y para ello parece oportuno que el actual titular del Departamento Vasco de Interior consulte y requiera la colaboración de la ASES (Asociación Española de Escoltas). La clandestinidad y arbitrariedad conviene a quienes nos amenazan, no a los que nos protegen de ellos.
Por lo demás, no queda más que afrontar el dolor de los tiempos que vienen. Pero teniendo bien claro que no se trata de un sufrimiento inútil, sino del precio por nuestra libertad y la de todos, hasta la de quienes menos van a agradecérnoslo de labios para afuera. Como ya dijo Spinoza de la virtud, todo lo raro y precioso cuesta esfuerzo pero lleva en tal pasión de dignidad su propia recompensa.
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