viernes, 1 de mayo de 2009

La mudanza de Ibarretxe


Iñaki Ezquerra en La Razón.

La prensa del corazón se encargó muy bien en su día de seguir todos los morbosos pormenores de la mudanza de la infanta Elena y de Iñaki Urdangarín a su domicilio de Barcelona, pero no tiene la menor intención de inmortalizar el trasieguillo de muebles y enseres que ahora se van a traer el Lehendakari de Estella y consorte de Ajuria Enea a la furgoneta de Transportes Llodio que se los llevará levantando polvo a las afueras del poder. Lo primero que va salir de ese palacio va a ser la bici. Qué no daría uno por ver a Ibarretxe con esa bici a cuestas en la que nos quería subir a todos para tirarse cuesta abajo y sin frenos por la pendiente del Libre Estado Asociado. A Ibarretxe, como a Ardanza, le gustaba repetir mucho eso de «los que ponen palos en las ruedas del país». Pero cuando la bicicleta del poder se desboca y no hay manera de frenarla ni pegando la suela del zapato al tubular; cuando vamos todos subidos en ella y nos vamos a estrellar o a precipitar por un barranco hay que meter entre los radios palos o lo que sea. El palo en las ruedas es una figura condenable cuando el velocípedo al que pretende detener nos lleva por un camino de bonanza, prosperidad y felicidad. Pero cuando se trata de la bici de Ibarretxe con las que nos íbamos a despeñar todos hay que meter entre los radios palos, estacas y pinos enteros. De esa sensata conclusión salió el nombre de esta sección. «El palo en las ruedas», sí, por supuesto, ayer, ahora y siempre si lo que está rodando y tomando temeraria velocidad es el dislate político, el desafío al Estado de Derecho, el terrorismo o la legitimación de quien lo practica. Pero a lo que vamos, al camión de mudanzas presidencial. Lo primero que saldrá de Ajuria Enea es la bici dichosa y después el disfraz de Napoleón de manicomio que heredó de José Antonio Aguirre (alias Napoleontxu) y, acto seguido, la bodega de chacolíes y de pacharanes así como el secador con el que se hace ese flequillo tan sugerente de Fray Gerundio de Campazas y el espejito mágico que Arzalluz le robó a la misma bruja de Blancanieves en persona para que le dijera a su pupilo que era el más guapo de todos los lehendakaris del mundo y que las cejas marcianas le quedaban hasta sexy. Adiós, Ibarretxe, adiós. Llévate en tu camión tu Pacto de Lizarra, tu Euskal Herria libre asociada, tu Euskal Telebista y tu Radio Euskadi neofranquistas, tus aguinaldos navideños para los familiares de ETA, tus manuales del euskera que aprendiste tarde y mal. Me temo que lo realmente difícil de introducir en esa furgoneta, lo más aparatoso y pesado va a ser tu referéndum porque se ha puesto más gordo que un capón de tanto atiborrarlo a pienso ideológico. Llévate, hombre, sí, tus orejas de Mr. Spock a otra Galaxia donde declarar una independentzia que no haga daño a nadie. Llévate también las alfombras mientras nosotros, todos los que una noche electoral y otra durante treinta años nos vimos en los salones bilbaínos del hotel Ercilla para llorar, para darnos el pésame por tu triunfo y los de tus antecesores, te despedimos sin rencor con la manita y nos quedamos perplejos cuando comprobamos que de pronto se empieza a elevar del suelo tu camioneta de mudanzas y a mudarse en efecto y desaparece en el cielo como un ovni.

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